En la mayoría de los países del mundo, todos los primeros de mayo se conmemoran el Día del Trabajo, fecha en la que los trabajadores del mundo salen a las calles para exigir y reivindicar mejores condiciones laborales, así como para reclamar más derechos.
Este día tiene su origen en Estados Unidos; sin embargo, hay un desajuste con la fecha del Día del Trabajo y el relato histórico, mientras el resto del mundo lo celebra cada primero de mayo, Estados Unidos lo conmemora el primer lunes de septiembre y es conocido como Labor Day.
Previo a la Segunda Revolución Industrial, Chicago, Estados Unidos, vivía su época de máximo desarrollo, por lo que el estado se convirtió en uno de los principales centros de desarrollo industrial y su capital, Illinois, se destacaba por su innovación en los medios de transporte público. Se creó la primera línea de ferrocarril, lo que favoreció que personas ajenas a la ciudad llegaran en busca de trabajo.
Por lo que, gracias a su importante papel industrial, la población de Illinois se triplicó, pasó de 160 mil a 480 mil personas, por lo que la ciudad empezó a construir infraestructura para cumplir con las necesidades de los habitantes y para estar acorde con la industrialización que tanto favorecía la ciudad.
Sin embargo, dichos cambios que buscaban mejorar la calidad de vida de las personas no lograron su cometido, pues para mejorar la infraestructura, el estado pidió prestamos que no pudo pagar, lo que desató una crisis económica. Por lo qua partir de este momento, la base trabajadora comenzó a señalar su descontento respecto a las condiciones laborales que tenían, acusaron jornadas de más de 16 horas y salarios paupérrimos.
A partir de este momento, Illinois vivió una serie de huelgas laborales, que se extendieron a otras ciudades de Estados Unidos. Todas las protestas tenían algo en común: que todos lo gremios fueran incluidos en la Ley Ingersoll.
El presidente Andrew Johnson promulgó en 1868 la Ley Ingersoll, la cual establecía que la jornada de trabajo no podía durar más de ocho horas. Sin embargo, no fue hasta 1884 cuando Federación de Sindicatos y Organizaciones Gremiales de Estados Unidos y Canadá aprobaron que la jornada laboral fuera de ocho horas a partir del primero de mayo de 1886.
Esta decisión fue admitida por los sindicatos más radicales, hasta los más conversadores que no formaban parte de las huelgas, pero que exigían mejores condiciones laborales para todos los trabajadores del país.
Cuando llegó aquel primero de mayo, la Federación de Sindicatos y distintas empresas redujeron las horas de trabajo, pero otras decidieron continuar con las 16 horas, por lo que el 4 de mayo de 1886 se inició una huelga conocida como la Revuelta de Haymarket, protesta que derivó en que ocho sindicalistas anarquistas fueran arrestados y más tarde condenados a muerte, a quienes hoy la historia los reconoce como “los mártires de Haymarket”.
En Europa también se producían huelgas en las que los trabajadores exigían mejores condiciones, como fue el caso de la Inglaterra en 1864 o de España en 1890, en las fechas respectivas, ambos países vivieron sus primeras huelgas.
Sin embargo, no fue hasta 1889 cuando Francia decidió honrar a los “mártires de Haymarket” al decretar el 1 de mayo como el Día del Trabajo o Día del Trabajador. Poco tiempo después, distintos países se unieron la conmoración de este día.