Malick Ndiaye, de 13 años, juntó el pasado verano unas viejas gafas de miope de su padre, la lente de una cámara, alambre, papel, latas y caña; y se fabricó su propio telescopio. “Ahora puedo contemplar bien Júpiter y hasta los anillos de Saturno”, dice con una sonrisa al diario español El País.
Malick cuando aún no sabía leer ni escribir, en lugar de salir a jugar al fútbol con sus amigos, prefería pasarse las horas ojeando un viejo libro que había en su casa llamado Todo el Universo. Por la noche salía al patio a mirar esos puntos brillantes en la lejanía y se hacía preguntas. Con solo ocho años aprendió a identificar Sirio, Betelgeuse o Aldebarán, cada una en su lugar.
Tardé dos semanas en construir el telescopio”, explica el pequeño ataviado con un polo de la NASA.
Cuando enfoqué al cielo nocturno y vi los detalles de la superficie de la Luna me pareció que podía tocarla con la mano. Un día estaba en la puerta de la casa y pasó un hombre que trabajaba en la obra de la carretera. Me preguntó si era algo de topografía y le dije que no, que era un telescopio que me había fabricado yo mismo. Entonces me hizo fotos y un video y los subió a Facebook”, así fue como el pequeño Malick se empezó a viralizar en redes sociales y se hizo toda una celebridad.
La historia llegó al profesor Maram Kaire, presidente de la Asociación Senegalesa para la Promoción de la Astronomía (ASPA).
Me llegaron mensajes desde todos lados. Cuando pude ver el video me recordó a mí mismo cuando era chico y pensé en todos los esfuerzos que hacemos para divulgar esta ciencia. No dudé en reaccionar porque sé lo difícil que es contemplar las estrellas sin un instrumento adecuado, tener una pasión y no poder desarrollarla”, asegura el científico.
Ahora Malick Ndiaye tiene dos instrumentos para observar las estrellas, el que construyó con sus propias manos y uno nuevo que le regaló Maram Kaire. A ambos los cuida con mimo y limpia de polvo y suciedad cada mañana. Pero aquel hecho de latas y las viejas gafas de su padre tendrá siempre un lugar especial en su modesta habitación porque fue el que le abrió las puertas del cielo.