Ana Martin es un rostro familiar en los hogares mexicanos y es que varias generaciones la han visto en las diversas etapas que ha tenido a lo largo de 50 años de trayectoria artística ininterrumpida que cumple en 2013.
Martin, quien actualmente interpreta a Candelaria en la telenovela Amores verdaderos, personaje clave en la historia, tiene un motivo más para estar celebrando y es que este año marca su regreso a la pantalla grande con la cinta Canela, en la que lleva el papel protagónico, como la abuela que enseña todos los secretos de la comida mexicana a su nieta (Isabel Yucide).
La actriz retoma esta faceta tras ocho años de ausencia y con Canela anota en su récord fílmico la cinta número 46 en cinco décadas que tiene de formar parte del gremio artístico y que incluye varios desnudos en su haber, motivo que, en su momento, acentuó más las diferencias con su padre, el comediante Jesús Martínez Palillo.
“Lo que más me llamó la atención de este proyecto fue trabajar con gente joven y entusiasta, por eso cuando platiqué con Jordi (Mariscal, director), un realizador perteneciente a las nuevas generaciones, acepté de inmediato”, aseguró durante el estreno de la cinta hace unos días.
Comenzó la lucha
Hoy en día Ana Martin es una de las consentidas del público mexicano: ha sido la chica sexy de las películas setenteras, como Acapulco a go-gó (1967) y Faltas a la moral (1970) o en películas como El lugar sin límites (1978) y El pacto (1976, con desnudo incluido), y como la protagonista joven en las telenovelas, como Muchacha de barrio (1979), Gabriel y Gabriela (1982), La pasión de Isabela (1984), con personajes inolvidables y emblemáticos como en El pecado de Oyuki (1988), hasta ahora que representa a la abuela que siempre guarda algún secreto.
El talento de la actriz no es gratuito, le viene, primero, de su padre, el comediante surgido en las carpas, Jesús Martínez Palillo, famoso por cuestionar las decisiones políticas de los dirigentes del país (durante las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta), y se completó al crecer rodeada de grandes estrellas del cine nacional, que simplemente reafirmaron su vocación de ser actriz, pese a la negativa de su progenitor.
“Nací con esto, mi papá fue Palillo, mi padrino de confirmación fue Pedro Infante, mis padrinos de bautizo Agustín Lara y Toña la Negra. Era inevitable que llegará aquí”, aseguró durante un reconocimiento que sus compañeros de telenovela le hicieron hace unas semanas.
Pero de Palillo no sólo heredó el talento, sino también un carácter férreo, mismo que le hizo alejarse de él por varios años porque no entendió su negativa a que entrara a la actuación.
El comienzo no fue fácil y, como medida de subsistencia, el modelaje la sacó adelante, pero lo que realmente quería era actuar, así que la cafetería de Televicentro era su lugar preferido para pasar largas horas observando el ir y venir de las estrellas en los sesenta.
Este lugar se convirtió en su amuleto de la suerte, pues fue Raúl Astor quien la descubrió, la invitó a ser parte de su elenco y más aún a participar en un certamen de belleza.
“Ya sabía que me quería dedicar a ser actriz y el tiempo me lo fue confirmando. Me inicié en Televicentro en el programa La hora de Orange Crush, con el señor Raúl Astor (1963), y de ahí hasta ahora. Trabajé con los grandes del cine nacional, de la época de oro, con directores como Alejandro Galindo, Ismael Rodríguez y Gilberto Martínez Solares.
Mis abuelitos fueron Sara García, Andrés Soler, Prudencia Griffel. Ha sido una vida muy satisfactoria”, aseguró durante el homenaje que le hizo su casa televisora.
Otro pasaje interesante de su vida es su participación en la certamen de belleza Miss Mundo en 1963, en el que por primera vez había una mexicana.
Desafortunadamente no ganó y no fue por falta de méritos físicos sino porque no cumplió con unos de los requisitos básicos.
“Iba a cumplir 18 años y por eso no pude seguir en el concurso: me descalificaron”, comentó en entrevista con Televisa Espectáculos.
El arte no sólo se limitó a la actuación, pues en 1983 grabó su único disco titulado Ana Martín, donde incluyó el tema de la telenovela Gabriel y Gabriela.
Además, la producción fue otro de sus campos de acción, pues tuvo a su cargo la telenovela Morir para vivir, que en 1989 protagonizaron Claudia Ramírez y Eduardo Capetillo.
Muy querida
En 1963 Ana Beatriz Martínez Solórzano decidió entregarse completamente a la actuación con el nombre de Ana Martin se involucró de tal manera que por convicción no quiso ser madre para no distraerse de su trabajo.
Han pasado 50 años en los que ha cultivado el cariño de sus compañeros de telenovela, mismo que se puso de manifiesto en el homenaje que le organizaron en días pasados por haber cumplido medio siglo de actriz.