Las ofertas navideñas, las posadas, la cena de Año Nuevo y los antojitos típicos de la temporada decembrina. Todo parece atractivo y llega en un momento que, por una parte, es para disfrutar en compañía de los seres queridos, pero por otra es un cierre de ciclo que insta a la autorreflexión y a hacer un recuento de todo lo que logramos, o no, este año.
Ese recuento puede ser motivo de angustia, desesperación o incluso impulso por hacer todo lo que no se hizo en el año en un solo mes. La Dra. Gabriela Alejandra González Ruiz, coordinadora de la Maestría en Psicoterapia de la IBERO Puebla, lo llama ‘compulsividad navideña’.
La experta define este fenómeno como esas decisiones o acciones que reflejan impulsividad y descuido de las necesidades propias. “Es el no tomarnos en cuenta. Es la falta de toma de conciencia y la evasión a sentirnos solos, a la soledad”, explicó
“El problema de la compulsión es que nos puede generar un tema de salud físico, emocional o socioemocional”, doctora Gabriela González
Algunas muestras de la compulsividad navideña pueden ser las compras excesivas o de poca planeación, atracones de comida, o querer estar en todos los convivios navideños sin tomar en cuenta la estabilidad propia. Todas estas acciones son parte de una “falta de sensibilización para reconocer qué quieres ahora y cómo lo puedes cubrir”.
A esto se suma también un factor climático en el que, a pesar de que el cuerpo se dispone al descanso y reposo, las personas en las ciudades no detienen sus agitados estilos de vida, y es ahí donde la compulsividad causa estragos directos a la salud física.
“La impulsividad está en nosotros, lo tenemos de manera natural. Es decir, hay una sensación de satisfacción y esa es una necesidad primaria que tenemos que cubrir. A veces nos hace pasar por un proceso, diríamos desde la psicoterapia Gestalt, ‘de toma de conciencia’ para saber qué es lo que necesitamos realmente”.
En ese sentido, la coordinadora invita a que, en estas celebraciones decembrinas, la paciencia, la calma y el autorreconocimiento predomine en el día a día. Reconocer las emociones, necesidades y malestares que se tengan en los últimos momentos del año es la clave para no ser víctimas de la compulsividad navideña.
“Ahora todos estamos en una dinámica de ir hacia afuera, cuando en realidad lo que a veces necesitamos es estar hacia adentro, con nosotros mismos”; sacar las emociones a través de la escritura o el habla, hacer un recuento de lo positivo y lo negativo, y elaborar listas de compras o presupuestos son otras alternativas para que diciembre no sea sinónimo de desenfreno e impulsividad.