Al convivir con 300 egresados de instituciones de Gran Bretaña, durante la reunión de la UKAAM, United Kingdom Alumni Association México, Maricela Rodríguez Acosta, directora del Jardín Botánico Universitario de la BUAP, pudo revivir las emociones y los retos que implicó su aventura académica en la Universidad de Southampton: vivencias retadoras que derivaron en éxitos profesionales.
Uno de los logros más frescos es determinar el número exacto de especies vegetales de Puebla: un total de 5 mil 415 que -desde la Anemia Adiantifolia hasta la Zingiber officinale Roscoe- son catalogadas en el libro Flora del Estado de Puebla, México, editado por la BUAP, trabajo que realizó con la colaboración de otros académicos. Este libro materializa uno de los proyectos más ambiciosos de la académica, gracias a la disciplina y pasión que en Europa adquirió como lección de vida.
En el cocktail “Connecting UK 2015”, reunión convocada por la UKAAM para fortalecer la vinculación académica y cultural entre instituciones de México y Gran Bretaña, Rodríguez Acosta tuvo la oportunidad de convivir con alumnos de diversas generaciones, “yo era de los menos jóvenes”, provenientes de 18 universidades de Reino Unido, como las universidades de Cambridge, Oxford, College London y Southampton, esta última donde cursó sus estudios de doctorado.
Por su constancia y disciplina, valores que con verdaderos dolores de cabeza hizo suyos y de los cuales sacó provecho, Rodríguez Acosta logró doctorarse en la Universidad de Southampton, una de las cien mejores del mundo, adscrita a la élite de instituciones británicas del Grupo Russell.
Para convertirse en doctora, del 2002 al 2006 la botánica de la BUAP realizó la investigación titulada “The Genetic Basis of Drought Tolerance in Populus”, con la que pudo identificar los genes que determinan el tamaño de las hojas, la forma y la altura de la vegetación y, sobre todo, aquellos genes que determinan la resistencia de las plantas a la sequía.
“Recuerdo que me dijeron que cursar los cuatro años del programa no me garantizaría obtener mi grado de doctor, que para ello era necesario, además, entregar resultados de calidad en el tiempo establecido. Para los ingleses el control del tiempo es muy importante. Mi investigación fue un ejercicio contra reloj”, comenta.
Le fue muy bien. La advertencia le dio el impulso suficiente. “Me traumó. Imagina que después de pagar tanto y dedicar bastante tiempo, te regresas sin el grado. ¿Cómo iba a quedar con mi universidad, con la BUAP, después de que ésta fue la que me dio el principal apoyo? Lo bueno es que te lo dicen al principio”, recuerda. Fue como un sacudidón que anticipó todo el esfuerzo futuro.
Sus estudios en la Universidad Autónoma de Guerrero, la UNAM y la Universidad de Southampton forjaron una formación multidisciplinaria, que le ha permitido actualmente combinar la botánica con la química, fisiología vegetal y la botánica económica.
Su trabajo se manifiesta en tres libros editados en el país y el extranjero, en 40 publicaciones y en su labor como docente, pues ha dirigido casi 50 tesis y ha promovido el estudio de la botánica en el estado de Puebla.
Madre de tres hijos, se pregunta cómo incidió este hecho en su formación. Concluye con un sí rotundo: “mis hijos hicieron que fuera a paso más lento en mi desarrollo profesional, pero al mismo tiempo fueron mi motor. Obviamente no me arrepiento, no los hubiera cambiado por un éxito más vistoso”, comenta feliz al reconocer que ya sus hijos no le causan tanto conflicto como antes, pues ahora ya están echados a perder-bromea.
“Saber manejar por el lado derecho”
La reunión business casual, convenida en Polanco, en la Ciudad de México, UKAAM, estuvo llena de profesionales exitosos de distintos sectores. La razón de su suerte –explica la doctora- fue vencer el miedo a los retos y aceptar la aventura de adentrarse en un entorno académico tan exigente y vanguardista, como el de las islas británicas: un modelo educativo internacional.
“Me sorprende que muchos mexicanos aún no aprovechen las oportunidades para salir del país. La mayoría de los que sí lo hicimos sufrimos al encontrarnos con esquemas de trabajo –caso británico- en el que no sólo la calidad es un imperativo, también la eficiencia, pues hay que hacer las cosas bien en el menor tiempo posible”.
Con el apoyo de la BUAP y gracias al Programa de Mejoramiento del Profesorado, ahora Programa de Desarrollo Profesional Docente (PRODEP), Rodríguez Acosta tuvo la oportunidad de mejorar su condición académica. “Lo que invirtieron en mi educación lo pagué cinco veces más, pues fue un trabajo enorme que me amplió la visión del significado de ser académica”, comenta sin lamentos. Feliz.
Las recompensas de sus largas horas de trabajo son simples: “me dio mucho gusto ver cómo todos los egresados, al volver a México, pudimos desempeñar nuestro trabajo de forma excelente, al punto de que la mayoría, aun siendo jóvenes, ocupa algún puesto directivo en sus respectivas áreas”.
Dicho encuentro se realizó en el marco de la celebración del 2015: “Año de México en el Reino Unido” y “Año del Reino Unido en México”, con el que ambos gobiernos buscan un mayor entendimiento, a través de diversas actividades como la citada reunión organizada por la UKAAM.
Rodríguez Acosta recuerda con satisfacción el encuentro con los ex alumnos, pues al conversar con ellos reavivó sus años como estudiante, algo que lamentará no volver a repetir. Ella fue la única mexicana de la generación 2002-2006.
“Recuerdo con mucho cariño mis experiencias en aquella universidad: un edificio de seis pisos, con elevadores y escaleras parecidas. A pesar de que me costó adaptarme, pues todo era igual: las puertas anti-incendios, los miles de pasillos, la nomenclatura, fue muy gratificante y enriquecedor”.
Para cumplir los objetivos de su investigación, fue necesario hacer ejercicios de experimentación en otras naciones como Italia y Francia, porque estos países presentan condiciones climáticas distintas, del tipo continental, a las de las islas británicas. Esta labor implicaba “hacerla de agente de viajes, aprender a manejar por el lado derecho, comprar boletos del ferry, entender aspectos de logística para solicitar materiales de experimentación, entender las políticas de investigación de cada nación”.
“Tus skills no deben remitirse sólo al laboratorio. Tienes que aprender a subirte a los árboles de más de 10 metros de altura. La labor científica a veces implica rentar una grúa desde Inglaterra para que al llegar a Italia esté lista para su uso. Todo un trabajo que no cualquiera se atreve a hacer”, afirma.
“¿Por qué estudiar botánica? Como dijeran por ahí, si quieres ser feliz por un fin de semana, bebe vino; si quieres ser feliz por un mes, cásate; si quieres ser feliz toda la vida, estudia botánica. Desde mi ronco pecho yo agrego que para ser feliz hagas lo que te gusta, lo que mejor sabes hacer, lo que sueñas. Lo que ahora vivo son sueños que tenía cuando era niña. Así, tal cual”.