A Cassius Marcellus Clay Jr. le llamaba la atención que su padre, abuelo y bisabuelo llevaran el mismo nombre. Nacido en Louisville, donde ser negro de clase media no significaba nada, el niño de diez años de edad abría la boca demasiadas veces. ¿Por qué los negros nos sentamos atrás en el autobús?, ¿por qué mamá tiene que ir a limpiar las casas de los blancos? Voy a la tienda y el dueño es blanco, luego voy a la farmacia y el farmacéutico es blanco. El conductor del autobús es blanco. ¿Qué es lo que hacen los negros?
Comprendería más tarde que el nombre de él y sus antecesores era el de un abolicionista del siglo XIX, agricultor de Kentucky, que heredó 40 esclavos y una plantación. Se llamaba Cassius Marcellus Clay, cuyo nombre heredó el bisabuelo del que se convertiría en el atleta del siglo pasado y uno de los iconos de los años 60, al lado de John Lennon, Martin Luther King, Elvis Presley, Malcolm X, los Kennedy y Bob Dylan.
El hombre blanco era dueño del bisabuelo y éste heredó el nombre al abuelo y éste al padre. El niño de piel negra entendería su nombre. Ya no le gustaba.
Padre rotulista, madre atendiendo casas para blancos, un hermano menor, el jovencito podía presumir una bicicleta Schwinn de colores rojo y negro de 60 dólares. En 1954, a los 12 años de edad, el robo de su bici le cambiaría el destino. Cassius se puso a llorar, alguien le dijo que en el sótano de un edificio cercano había un gimnasio (Columbia) y ahí un policía.
El niño, acostumbrado a hablar demasiado y hacer gestos, bajó furioso exigiendo agarraran al ladrón para golpearlo con sus propios puños. Lo recibió Joe Martin, ex agente de policía y entrenador de chamacos en su tiempo libre. “¿Sabes pelear?, ¿no? Entonces, primero aprende a boxear, antes de abrir la boca”. A las seis semanas, el jovencito Clay tuvo su primer combate. Pesaba 40 kilos.