“En este espacio existe una desactivación de las mujeres de extremo a extremo”
Edurne Ochoa
Cuando hablamos de redes sociales, pocas veces visualizamos una aplicación de mensajería masiva como WhatsApp en el ecosistema de plataformas digitales que pueden ser canales de violencia, memes, capturas de pantallas sacadas de contexto, amenazas con números internacionales, o vías de escucha para quienes han hecho del espionaje telefónico una forma de inhibición de la participación política de las mujeres.
Ser popular no necesariamente representa seguridad o confianza. Y esto no solo aplica en la vida de una política o político, también en las redes sociales más populares que tienen acceso a nuestra información y cotidianidad.
De acuerdo con los hábitos digitales en México, cada minuto es abierta una plataforma de mensajería para conversar, mandar mensajes de voz, o simplemente enviar documentos. Según la última encuesta de “The Competitive Intelligence Unit”, existe un promedio de 133.3 millones de celulares conectados en 2023, de los cuales un 92.9% está contectado a Facebook y 92.2% a WhatsApp –estando en promedio 19.5 horas al mes en esta mensajería instantánea.
Esto nos da un panorama general del uso e implicación que puede suponer el ser víctimas de una intervención ilegal en donde puede existir: suplantación de identidad, pérdida de privacidad y confidencialidad, robo de información personal, hasta daños emocionales o psicológicos.
En los 82 casos de investigación realizada a mujeres poblanas sobre el uso, consumo, actividad y violencias digitales sufridas en esta red social, obtuvimos datos reveladores y alarmantes.
“Nunca pensé que a través de mi whatsapp podían atormentarme con llamadas en la madrugada para exigirme que desistiera de mi aspiración a una regiduría”
Anonimato, es ese gatillo que jalan los sicarios digitales cuando comienza la operación para sacar a una mujer de la contienda electoral. Con Ana María lograron su cometido, fue tanto el terror psicológico que ejercieron contra ella, que terminó abandonado sus aspiraciones políticas y hoy no tiene intenciones de volver a buscar un espacio de elección popular.
Los datos que registra WhatsApp son preocupantes y necesario de atender.
El 100% de las mujeres consultadas, registró por lo menos una amenaza por su aspiración política a través de WhatsApp.
Diecisiete mujeres recibieron audios con violencia explícita hacia ellas y su familia y ocho audios con conversaciones que habían sido grabadas de reuniones que ellas habían tenido con personajes masculinos como mensaje de intimidación.
70% reporta no confiar plenamente en WhatsApp por la facilidad en que son tomadas las capturas de pantalla y compartidas en otros chats para restarles credibilidad, grillarlas o quitarles la cercanía con su grupo político.
De las 82 mujeres, 80 comparten que recibieron memes con imágenes alteradas durante su campaña, precampaña, gobierno o militancia partidista. De los cuales el 100% obedecía a mensajes sexuales, sexistas y misóginos.
Al solicitarles que revisaran sus dispositivos móviles para conocer si eran mensajes directos, reenviados, o reenviados muchas veces. El 40% había sido reenviado muchas veces, lo cual nos deja ver que este canal de comunciación tiene un paso y tránsito que podría considerarse viral dentro de esta plataforma.
Finalmente, el 25% de las políticas decidió dar de baja su WhatsApp para no recibir más violencia, audios, memes y llamadas durante el periodo electoral o de gobierno.
La narrativa que se puede homologar de estos hechos es: “mis niveles de ansiedad aumentaron y al quitar la aplicación sentí más tranquilidad”.
Sin duda, la ciberviolencia política se manifiesta de muchas maneras y debemos entender que no siempre es un bot, troll o paralelos, también existen números desechables usados para ejercer este tipo de violencia política hacia las mujeres.
Alto al #SicariatoDigital