La semana pasada estábamos dando cuenta de los preliminares de la elección más grande e importante del país. Puebla, fue el estado número 1 en la lista por ser el más grande en renovar alcaldías y su gobernador.
Después de los conteos finales y de las entregas de constancias de mayoría por parte del Instituto Nacional Electoral e Instituto Electoral del Estado, nos dimos cuenta del tsunami guinda que se generó el 2 de junio.
Para el caso específico de Puebla, en cuanto a cambio de gobernador, el resultado dejó atónitos a propios y extraños, 1 millón 908 mil 954 de sufragios para Alejandro Armenta contra 1 millón 52 mil 216 de Eduardo Rivera, es decir, 856 mil 738 votos de diferencia entre un candidato y otro, algo insólito.
Hace seis años Martha Erika Alonso obtuvo 957 mil 686 votos y Miguel Barbosa 861 mil 501. En términos numéricos, Alejandro Armenta alcanzó más de 900 mil votos de los que obtuvo Martha Erika Alonso el sexenio pasado, este es el ejemplo de que a la oposición se le extinguió Rafael Moreno Valle y con él, la intención del voto del electorado.
Lo que queda evidenciado es que el domingo pasado el voto de los partidos sufrió un declive alarmante, esto se puede traducir a que la mayoría de los mexicanos, se sintieron identificados como la población desatendida, la clase media no se levantó, como aseguraban los de Acción Nacional a través de la “marea rosa”, que si bien hizo ruido, no generó la mayoría que dijeron, solo generaron noticias, encuestas e información falsa.
Una semana después del tsunami guinda puedo asegurar que el PRI ya no vale y el PAN necesita reinventarse o literalmente es que solo servirá con leche, y del PRD, de ese mejor hacemos otro análisis del por qué perdió su registro a nivel nacional, luego del pobre desempeño a nivel nacional, mismo que le costó su extinción luego de no reunir mínimamente el 3% de los votos que exige el INE.
Los guindas alguna vez fueron minoría y fueron ganando terreno, los resultados están más que a la vista, eso les otorga el poder, ese que genera responsabilidad y también transformación.
La oposición si quiere seguir siendo oposición debería empezar a trabajar y analizar cómo está pensando y funcionando el electorado y qué los mueve para votar, porque la mayoría de los de 33 millones de mexicanos que votaron el 2 de junio pasado, dieron brecha a un tsunami guinda gracias a que les dieron lectura a sus aspiraciones y esto confirmó que no se necesitó el nombre de Andrés Manuel López Obrador en las boletas para arrasar.