“Las ideas inobjetables se tienen que volver actos arriesgados para pasar de la precisión intelectual o verbal, a la realidad. Por eso, no sólo hablamos de ti por la paz, sino actuamos para darle vida a nuestras palabras.”
Luis H. Álvarez
La comunicación política ha cambiado radicalmente en su forma, pero en el fondo, conserva su misma esencia, la conquista del poder para después la conservación del mismo. Los eventos políticos son un momento ideal para enviar mensajes y quienes son el foco de atención lo aprovechan sin duda.
En el marco del informe de gobierno de la capital, escuchamos con atención el discurso del titular del Gobierno del estado, quien como cada día de la semana, confunde la tribuna pública en su púlpito personal.
Y así condena al pasado, sobreponiendo adjetivos, levantando sospechas incomprobables, creando figuras retóricas para polarizar a las y los poblanos de lo que describe como “un pasado perverso”, con un impoluto presente donde el centro es él, abusando de la ignorancia, el olvido o la conveniencia de quienes evitan cuestionar o cuestionarse que él mismo fue parte de ese pasado.
Qué fácil es hablar y elucubrar sobre los que ya no tienen voz, por su lamentable partida del mundo terrenal, y qué desatino es aludirlos para con eso intentar presentarse como diferente. Además de ser lamentable, el tiempo, como en muchos otros casos, pone a todos en su justo lugar en la historia.
Sin ánimo de defender a nadie ni acusar, solo basta una búsqueda simple en YouTube para encontrar suficiente material de contraste. Pero eso es lo menos que podemos decir de quien, desde la tribuna del Senado de la República, llenó de improperios al hoy presidente, el mismo al que, en su visita oficial, llenó de alabanzas.
Pero hubo más mensajes intercalados en la intervención del mandatario a propósito del primer informe municipal, aseguró que quien combate la inseguridad de frente solo es el gobierno que representa. Quienes me han escuchado a lo largo del tiempo, desde la dirigencia estatal del PAN, desde la diputación federal, la delegación federal y los demás cargos que he tenido el honor de ocupar, incluyendo hoy la diputación local, siempre he sostenido que la seguridad es una responsabilidad tripartita: federal, estatal y municipal, y de competencia de los tres órdenes de gobierno: Ejecutivo, Legislativo y Judicial.
Sin embargo, el mareo del poder provoca a veces declaraciones desafortunadas, porque asumiendo lo dicho, pues el responsable de la creciente delincuencia en el estado, los enfrentamientos de bandas con terribles consecuencias para las y los ciudadanos, el alza de homicidios, los constantes asaltos a comercio y transeúntes, y todas las deficiencias que por la inseguridad emanan, son responsabilidad de alguien que, hinchado de poder, se dice el único que enfrenta la inseguridad en Puebla.
Pero la situación no está para complacer egos políticos, los resultados de un municipio en cualquier materia deben valorarse y merecen respeto de los demás órdenes de gobierno, la inseguridad está a la vista y lacera una y otra vez a las y los poblanos, no me atrevería a afirmar que la solución solo está en un nivel de gobierno, pero lo que sí aseguró categórico es que sin las acciones efectivas de los tres, jamás lograremos dar mejores condiciones de tranquilidad a las y los ciudadanos.
Invito a evitar enrarecer el tema de la seguridad con discursos confusos y propagandistas, es muy delicado, como también es urgente su atención pronta, integral y conjunta. Las y los ciudadanos no solo esperan soluciones, las exigen.
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