La Secretaría de Educación de Puebla (SEP) había sido un botín de manos perversas que, a través de laberintos, triangulaciones y simulaciones fiscales, encontraron un modelo de negocios interminable. Era la tradición permitida, que drenó el presupuesto por décadas.
En el oscuro episodio del morenovallismo, entre 2011 y 2018, en el estado esas prácticas se potenciaron y, en un periodo, esas manos aviesas encontraron también sincronía con la corrupción peñista, sexenio federal que fue de 2012 a 2018.
Ahí está, por ejemplo, el episodio de la llamada Estafa Maestra, que está aún pendiente de indagatorias y de sanciones, con la que se desviaron 7 mil 670 millones de pesos, que debieron haber llegado a los más necesitados, en programas y apoyos. Sin embargo, se quedaron en la enorme bolsa de la corrupción.
No hay que olvidar que, entre 2013 y 2014, la corrupción de funcionarios del priista Enrique Peña Nieto en todo el país, y Puebla no estuvo exenta de la mácula, 11 dependencias gubernamentales canalizaron recursos a ocho universidades públicas. Hubo involucradas empresas fantasma, factureras, funcionarios de renombre. Un escándalo y un robo de dimensiones históricas.
Instituciones de educación y del Estado mexicano fueron utilizadas con esos fines perversos.
El tema viene hoy a cuentas, respecto de la campaña negra, menor pero rabiosa, que un puñado ha emprendido contra el nombramiento de Manuel Viveros Narciso como próximo titular de la SEP poblana.
Hay que decirlo a bocajarro: quienes se quejan, critican, denuestan y señalan el nombramiento del docente de formación y trayectoria indigenista son voceros de quienes ven en riesgo sus negocios.
Con Alejandro Armenta y su secretario de Educación, la SEP poblana dejará de ser en Puebla el gran negocio de los tecnócratas. Así de claro.
Ya lo hemos dicho, pero no está de más reiterar que la llegada de Manuel Viveros a esa posición tiene, entre muchos otros objetivos, como eficiencia, lealtad al proyecto del próximo gobernador y eficiencia, todo el mensaje de que se han acabado las presiones, los chantajes y las amenazas, en torno al contexto de la educación en Puebla.
Se trata de dar un blindaje a la dependencia, a su presupuesto y a la tarea primordial que es la instrucción de los niños, niñas y jóvenes poblanos.
Además, se trata del reconocimiento al sector docente indígena, que es el que más desarrollo y crecimiento ha tenido en Puebla y en otras entidades.
Manuel Viveros Narciso ha consagrado buena parte de su carrera magisterial a la instrucción en las comunidades originarias, así como su trabajo social y político.
Entre muchas otras cosas, es y ha sido presidente estatal del Movimiento Indígena Popular (MIP) y de la Unidad de Pueblos Indígenas (UPI).
Va de nuevo, por si no entendieron esos opinadores, voceros de los negociantes: el mensaje que envía Armenta es muy fuerte. Se trata de atajar las presiones y chantajes que pudieran venir de los grupos magisteriales, de los sindicatos y de los poderes fácticos, que sobran alrededor del tema de la educación pública de nuestra entidad.
Y dentro de esos poderes fácticos, por supuesto, los neoliberales que ven todo como una mercancía.
Para acabar pronto: no habrá con la educación otra Estafa Maestra.