El pasado 4 de julio conmemoramos el aniversario luctuoso de Maria Salomea Skłodowska, conocida histórica e internacionalmente como «Marie Curie». Referirnos a Curie es hacer una apología de la perseverancia, y mencionar a la mujer que es un ícono de la ciencia y un referente femenino para la sociedad en la posteridad.
Quiero contextualizar un poco la vida de Marie Curie para enlazarla al ámbito deportivo. Como la mayoría de las mujeres a finales del siglo XIX, Curie vivió una vida vedada por el simple hecho de ser mujer, y a pesar de las dificultades de no poder estudiar en su natal Polonia, obtuvo resultados extraordinarios. Fue la primera catedrática en enseñar en las aulas de la prestigiosa Universidad de la Sorbona. Además, aisló junto con su esposo dos nuevos elementos químicos: el polonio y el radio, y elaboró una máquina móvil de rayos X, que asistió a miles de soldados durante la Gran Guerra. Y lo más conocido por la mayoría, se convirtió en la primera mujer en recibir el Premio Nobel y en el primer ser humano en obtener dos veces el galardón en categorías diferentes, algo impensable para su época.
Todos esos éxitos y reconocimientos fueron acompañados por un deporte que deleitaba a Marie Curie: el ciclismo. La afición por esta disciplina comenzó en 1885, cuando Marie y su novio Pierre contrajeron matrimonio y decidieron realizar un viaje por la región de Bretaña, en Francia, para enmarcar su luna de miel. El paseo se realizó con un par de bicicletas que habían comprado previamente a su boda. A partir de ese momento, andar en bicicleta se convirtió en momentos no solo de esparcimiento, sino en un estilo de vida.
Los motivos que llevaron a la pareja Curie a practicar este deporte pueden ubicarse en dos aspectos. El primero fue la relajación que encontraban al pasear por las calles de París, lugar donde vivían. Me imagino que, en los momentos de ofuscación en sus investigaciones científicas, un buen paseo por las calles de la «ciudad de la luz» era, sin duda, un remedio que ayudaba a clarificar la mente. El ciclismo representaba una excelente forma de desconectarse de las tensiones diarias del trabajo y disfrutar de un tiempo en familia.
El segundo motivo está más relacionado con el ámbito social y político. Para Marie Curie, el poder rodar no solo por las calles francesas, sino recorrer Europa, significaba un desafío a las normas de género de aquella época. En un contexto donde las mujeres eran marginadas de numerosas actividades deportivas, Marie Curie desafiaba las normas sociales al poner en práctica su deporte favorito. Madame Curie, como otras mujeres de la época, vio que la bicicleta no solo proporcionaba movilidad y recreación, sino que también era una herramienta para desafiar las leyes impuestas a las mujeres, demostrando con cada rodada que ellas podían participar en actividades físicas en igualdad de condiciones que los hombres. Por ende, la bicicleta se convirtió en un símbolo de independencia, de superación de obstáculos y de empoderamiento femenino.
Cuando Pierre Curie falleció, Marie no abandonó su amor por la bici, pasión que trasladó a sus hijas Irene y Eve, encaminándolas por la vereda de la ciencia, pero también complementando con el ejercicio diario, subrayando la importancia del deporte como una parte esencial en la vida de las personas.
De igual manera que con sus descubrimientos científicos, Marie Curie fue una mujer tenaz en desafiar las restricciones y liberar nuevos caminos, no solo en el laboratorio, sino en la vida cotidiana. Su legado es innegable y sigue inspirando hasta nuestros días tanto a mujeres como a hombres a descubrir las explicaciones de las leyes de la física natural y a cuestionar y cambiar las leyes de la física social.
Desde las Gradas de la Historia, evocamos con gran admiración a la mujer que, con su inteligencia, talento y tenacidad, dejó una huella imborrable en la ciencia y en la historia, demostrando a futuras generaciones que la perseverancia y la pasión por lo que uno hace no conocen límites, sin importar las barreras, prejuicios o miedos que la sociedad intente imponer.
Facebook: Othón Ordaz Gutiérrez
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