Tardó mucho tiempo el presidente municipal de San Martín Texmelucan, Rafael Núñez Ramírez, en separarse del cargo que los habitantes de aquella región le confiaron pero del que convirtió en toda una catástrofe.
Porque hoy por hoy, como ya lo he dicho antes, San Martín es un infierno.
Y un infierno donde impera la ley del más fuerte, la ingobernabilidad, la inseguridad, el huachicol, el secuestro, el robo en todas sus modalidades, la delincuencia organizada y toda clase de males que aquejan a los ciudadanos.
El malogrado edil tenía que haberse ido, o haber sido destituido de su cargo, desde por lo menos hace 2 años.
El edil de extracción petista lo único que hizo en San Martín es desgraciar la paz y tranquilidad, alterar el orden con su desgobierno y confrontar a los ciudadanos que le reprocharon tanta desgracia en su comunidad.
El cinismo de Rafael Núñez es tal que fue capaz de llorar públicamente disque para mostrar su preocupación por el municipio que cayó en desgracia a su llegada como edil.
El llanto que le brotó sólo era parte de su puesta en escena.
Ya vimos y descubrimos quién era en realidad el malo en la disputa entre el edil y Manuel Valencia, líder de los comerciantes ambulantes del centro de San Martín.
Rafael Núñez siempre estuvo consciente que la ingobernabilidad rebasó su administración, incluso sabía que los policías que resguardaban el orden público eran parte de la mafia de la región.
No por nada San Martín fue durante la administración de Rafita uno de los municipios en el que se ha registrado el mayor número de tomas clandestinas a nivel nacional, lo que hace que Puebla sea el estado con el mayor número de casos con el 23 por ciento del total del país.
Otros municipios poblanos que son focos rojos en el mismo sentido, a propósito, son: Acatzingo, Quecholac, Amozoc, Huejotzingo, Tepeaca, San Matías Tlalancaleca, San Salvador El Verde, Coronango, Venustiano Carranza, Esperanza, Huauchinango, entre otros.
Porque de acuerdo a la Comisión Nacional de Hidrocarburos, el estado de Puebla, junto con Veracruz, Tabasco, Chiapas, Campeche, Tamaulipas y Nuevo León, son de las entidades federativas del país con más derrame de combustible.
Empero, ¿dónde cree, usted, que se ubica uno de los puntos poblanos con mayor gravedad?
Así es, en San Martín Texmelucan.
Tan sólo en los últimos 15 años se perdieron 18 millones 176 mil 654 litros de combustible por las tomas clandestinas registradas en regiones como la desgobernada por Rafita Núñez.
Y lo mismo sucedió en el tema de la seguridad, pues los encargados de mantener el orden y la gobernabilidad en Texmelucan, insisto, eran los mismos que la vulneraban.
Uno de los casos muy sonados fue el de Alejandro Caraza, quien fungió en su momento como titular del área de Fomento Económico del Ayuntamiento de Rafita Núñez, quien durante una reunión con los comerciantes del tianguis de San Martín pretendió hacerse el valiente y retó a los golpes a uno de los líderes de comerciantes de la zona, de nombre Arnulfo Galindo.
Las bravuconerías y payasadas del funcionario le pudieron haber costado incluso un linchamiento por parte de los propios comerciantes, a quienes les advirtió que “con él no se pasarían de cabrones”.
De ese tamaño y nivel eran los funcionarios del gobierno de Rafael Núñez; de esa forma resolvían los problemas y la gobernabilidad en la región.
San Martín se convirtió en un foco rojo de inseguridad en el estado, tanto para sus habitantes como para los propios comerciantes que siguen operan en la región.
El colmo de las cosas es que Rafael Núñez siempre se lavó las manos solicitando el apoyo
del Ejército Mexicano disque para poner orden en el municipio que evidentemente nunca pudo gobernar.
De poco o de nada sirvió que el PRI cediera el Ayuntamiento de San Martín, toda vez que las cosas siguen igual o peor que en aquella desastrosa gestión del ex edil Carlos Sánchez Romero.
Por cierto, una de las tapaderas y cómplices del desgobierno de Rafita Núñez siempre fue el diputado local Mariano Hernández Reyes, uno de los líderes del PT en Puebla, partido que llevó al ahora edil con licencia al poder en San Martín.
¡Pero que asquerosidad es esto, eh!
Ojala que en San Martín aplique ahora aquello de “muerto el perro se acabó la rabia”.
¿O me equivoco?
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