La derecha y sus voceros, los beneficiarios de aviesos intereses de grupos fácticos y hasta los solitarios tuiteros que pretenden, con baratas extorsiones, conseguir contratos de publicidad gubernamental, se sincronizan para atacar a las administraciones federal y estatal, pero no consiguen realmente nada, ni inciden en el ánimo social.
Están aislados, aplaudiéndose entre ellos y ellas, mientras uno que otro consultor-escritor los presume como suyos.
Veamos el ejemplo de Puebla: hay una permanentemente campaña negra en redes, especialmente en X (antes Twitter), que pretende ser supuestamente crítica de Alejandro Armenta y lanza aludes de opiniones sesgadas y viscerales, pero sobre temas triviales; nunca va realmente al análisis del fondo de nada.
Que si chasqueó los dedos, que si dijo A o B; que le habló feo a Tal o Cual –la generación de cristal a la cabeza–; que si no contestó la perversa pregunta de Fulano o Zutana; que si la horda de periodistas en retiro, que además nunca fueron relevantes, sale a dar cátedras en foros, en fin.
Pero no hay realmente un análisis de fondo de lo que está ocurriendo en la administración pública estatal y cómo, sin simulaciones y sin complicidades –por ejemplo–, se está revisando el perverso pasado de corrupción y saqueo, que también señalamos unos cuantos en su momento.
El tema del Museo Internacional del Barroco, en donde se atajó un robo de más de 8 mil millones de pesos y se anuló la deuda generacional que debíamos pagar los poblanos hasta 2039, es relevante.
La derecha hoy se rasga las vestiduras por un chocolate y la forma en que la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo abre esa envoltura, pero –otro ejemplo– no dice nada y hasta parece que lo hace para distraer temas como la enorme y profunda corrupción que en Puebla dejó el morenovallismo, con su jefe político, el finado Rafael Moreno Valle Rosas, a la cabeza, o de la condena de 38 años de cárcel por su colaboración y negocios con el narcotráfico, del policía del panista Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, ex habitante de Los Pinos, su ex secretario de Seguridad, Genaro García Luna.
Hay una doble moral, como la de los falsos ilustrados que pretenden dar clases de derecho parlamentario, cuando en realidad no sabían –un ejemplo más–, hasta que les fue explicado con peras y manzanas, que la llamada Ley de Ciberseguridad en realidad no es una norma nueva, sino un paquete de una reforma y cuatro adiciones al Código Penal del estado de Puebla. Patéticos.
Vuelvo al tema del chasquido de Armenta: qué bien fue saltado y hasta utilizado a favor por la misma titular de Desarrollo Turístico, Carla López-Malo Villalón –a quien atacaron en redes con beligerancia aquellos que pretendieron criticar la expresión del gobernador–, con el “¡vente a Puebla ya!” a disfrutar la Temporada de Chiles en Nogada; fue idea de ella y su equipo, por cierto, con reflejos y talento.
A la derecha, a sus voceros, hasta a los tuiteros borrachos les molesta que hoy haya gobernabilidad en Puebla, que ninguna presidencia municipal esté tomada; que el conflicto en Santa Rita Tlahuapan, que ha generado muchos cierres, por muchas horas, de la autopista Puebla-México, esté contenido; que los focos rojos, como el municipio de Chignahuapan, esté recuperando su tejido social y se prepare para sus fiestas. Sí, les molesta a muchos.
Que la derecha, sus voceros y, especialmente, los tuiteros borrachos se revuelquen en su hiel, que vendan sus donas y endulcen su café, y en las menciones en carpetas de investigación en que aparecen sus nombres, por lanzar amenazas con imágenes y frases, sintiéndose gánsteres morenonachistas.