Durante las vacaciones escolares, el abuso sexual infantil se dispara. Lo dicen los datos: el riesgo aumenta hasta un 30%, según Infancia Libre de Abuso Sexual (ILAS A. C.).
Y no es por la calle. Es por lo que pasa adentro de las casas, cuando hay más tiempo, menos vigilancia y mayor cercanía con posibles agresores.
En 2023 se atendieron en hospitales públicos 9 mil 802 casos de violencia sexual contra menores. El 85% eran niñas. ¿Cuántos casos llegaron a sentencia? Apenas uno de cada mil. El resto quedó en silencio, como siempre.
No basta con pedirle a un niño que grite o a una niña que corra. No basta con que las escuelas pongan carteles o hablen de “prevención” cuando ya es demasiado tarde. El Estado no tiene protocolos durante vacaciones. No hay campañas. No hay alertas.
Y mientras tanto, las niñas y niños están expuestos. No al desconocido del parque. Al agresor que duerme en el cuarto de al lado.
El verdadero silencio lo pone la impunidad. Y la omisión.