Muy peligroso, resulta el andar de Abelardo Cuéllar Delgado, extitular de la Secretaría del Trabajo del Gobierno del estado, quien no ha podido aclarar por qué la hizo de juez y parte en los juicios que perdió el estado por alrededor de 270 millones de pesos.
Litigios que incluso, aseguran, son más y superan los 400 millones.
La actitud del abogado de profesión es, a todas luces, sospechosa.
Y más cuando presumía ser un jurista recto que siempre predica con el ejemplo.
Un autonombrado “abogado del pueblo”, pero que esconde ante todo el mundo su inmensa riqueza.
Porque lo único que no ha podido esconder, precisamente, es eso, su dinero.
Y es que en el mundo al revés de Cuéllar —en la Secretaría del Trabajo— se daba aquello de “trabajadores ricos y dependencia pobre”.
Tal vez por eso ahora anda a salto de mata.
La justicia ya lo busca para aclarar las cosas.
Para que explique tres temas: lo referente a los juicios de los extrabajadores del estado y su papel como litigante, el presunto desvío de recursos detectado en la dependencia que encabezó hasta enero por un monto superior a los 22 millones de pesos y su fortuna, presuntamente millonaria, salida de la nada.
Dicen que quien nada debe, nada teme, pero Abelardo simple y sencillamente se esfumó.
Por ello insisto en que su andar es muy peligroso y ha dejado mucho que desear.
De entrada, ya desafió al gobierno y a Luis Miguel Barbosa Huerta, a pesar de que todas las pruebas detectadas en los temas señalados lo incriminan.
Y dicen que poco a poco saldrán más y más asuntos del cochinero de Abelardo.
¿A poco no confía en la justicia de la 4T?
¿Tampoco en su herencia en la dependencia del trabajo?
Lo que Abelardo busca es un salvoconducto que lo libere de una responsabilidad que ni reveló, ni informó, ni mucho menos quiso abrir en su momento, cuando debió mostrar que verdaderamente era un funcionario transparente.
Que fácil es culpar a todo mundo, incluso a quien ni siquiera estuvo en la administración estatal, de la infinidad de irregularidades descubiertas a su salida de la Secretaría del Trabajo.
Porque Cuéllar Delgado, ya ahogado el niño, el pozo quiere tapar.
Y ahora podría terminar en la cárcel.
Lo cierto es que ya no sabe cómo librar el problema que él mismo ocasionó al incurrir en un conflicto de intereses, dizque justificado con el despacho de su hijo.
Argumenta que los litigios perdidos por el estado se iniciaron desde 2016 y él ya no era el representante de los trabajadores demandantes, sino su hijo, quien representa al mismo despacho.
¿Alguien podría entender semejante estupidez?
Por algo Abelardo Cuéllar siempre fue cerrado, incluso hasta para conceder entrevistas, las cuales hoy otorga hasta pagadas.
Lo mismo, dicen, hizo en la BUAP y en muchas otras dependencias.
Porque los laudos ganados por algunos supuestos trabajadores fueron “hechizos”, un invento para sacar dinero y repartirlo entre clientes y abogados.
Muy extrañamente, esos laudos nunca llegaron, ni se pagaron por otros gobiernos; sin embargo, a la llegada de la 4T y de Abelardo Cuéllar a la dependencia del trabajo fue cuando el estado perdió y tuvo que pagar.
Todo incrimina al abogado del pueblo, quien incluso dicen que es uno de los litigantes más ricos de Puebla.
Uno de los que posee un despacho con más de 100 abogados y con más casos protagonizados por trabajadores, ex servidores públicos, contra el estado.
¿Hasta cuándo permanecerá escondido Abelardo Cuéllar?
¿Hasta cuándo saldrá a la luz pública, en vivo y en directo, a defender su presunta inocencia?
¿Hasta cuándo aclarará aquello de que “él ya no litigaba pero sí asesoraba a su despacho en muchos casos de extrabajadores despedidos”?
¿Hasta cuándo saldrá a explicar cómo es que no fue juez y parte de los cientos de asuntos que sigue representando su despacho, pero ahora representado por su hijo, Abelardo Cuéllar González?
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