No hay duda alguna respecto a que gran parte de intelectuales, universitarios y artistas se adhirieron al Movimiento Regeneración Nacional a finales del 2011, formaba parte de una alternativa de participación colectiva para la construcción de México con igualdad de condiciones y oportunidades.
En el 2014, ya registrado como partido político, ofrecía como esperanza una nueva clase política con vocación y responsabilidad social que, de llegar al poder, cambiaría de fondo al país, haciendo de México un lugar inclusivo en el que cada sector desarrollara las mejores condiciones para poder mejorar la calidad humana y la calidad de vida.
El partido-movimiento arribó al poder en 2018 y hay algo que vale la pena rescatar de la actual administración federal que, seguramente, fue resultado del esfuerzo de intelectuales, investigadores y docentes con una verdadera vocación y una visión de formación con conciencia social. El nuevo modelo educativo, específicamente el Marco Curricular Común de la Educación Media Superior (MCCEMS), dista mucho de una utopía y revoltura ideológica.
El fundamento teórico está sustentado en el constructivismo social y su diseño es complejo, en el cual se incluyen no solo las áreas de conocimiento sino categorías, subcategorías y recursos socioemocionales y socioafectivas, todo articulado en un sistema que permite la practicidad del modelo en cada uno de los sistemas educativos del país y en cada uno de los entornos sociales, culturales y económicos tan diversos y tan desiguales en México.
El docente es concebido como un facilitador y generador de estrategias propiciando la metacognición, que permite al estudiante generar conocimiento significativo a la par del desarrollo de habilidades sociales que potencien sus talentos y la implementación de los mismos en el entorno en el que se desenvuelve.
El docente, tal y como está planteado el conocimiento, debe plantearse como una figura de transversalidad con el estudiante, una relación horizontal y no así vertical. Será capaz de ser sensible a los cambios sociales y a los cambios generacionales, saber que los alumnos no son un depósito de conocimiento sino reconocerlos como seres humanos con emociones, sentimientos y habilidades propias, capaces de desarrollar y generar conocimiento e incidir en su proyecto de vida y su comunidad.
Es un Modelo Educativo que, sorpresivamente, no tiene un ápice de tinte ideológico-partidista sino, por el contrario, un enfoque social y humanista. Se antoja complicado que el Modelo se implemente de manera óptima en un corto tiempo, pues para ello habría que romper con viejas estructuras, prácticas y prejuicios de docentes, así como de cada uno de los sistemas educativos. Complicado pero no imposible, y de lograrse, se estaría formando a generaciones que hagan de este México uno más justo, igualitario y equitativo.
Las juventudes serían las primeras en incorporar este modelo, ellas y ellos no tienen viejos vicios que romper, ni prejuicios, ni viejas estructuras y, en ese sentido, el cuerpo docente tendría que estar a la altura de las y los jóvenes que, sin duda, claman y reclaman un nuevo esquema de participación ciudadana, social, política y económica.
Twitter: @AlesandraMartin