De las nueve planillas que lograron el registro para contender por la dirigencia del Sindicato de Burócratas, en realidad siete de ellas pertenecen –en menor o mayor medida– al mismo bloque que controla el actual secretario general del gremio, Jhovani Oliver Gallo, cuya corriente política nació en el morenovallismo y fue artífice de la represión laboral que se vivió durante los gobiernos del PAN.
La disputa real por la dirección del Sindicato Independiente de Trabajadores de los Poderes del Estado de Puebla y Organismos Descentralizados se reduce a tres nombres, que son:
Martha Rodríguez Salinas, quien es la cabeza de la disidencia sindical y va al frente de la corriente “Movimiento por la democracia”.
Su liderazgo se construyó a partir de que luchó contra los miles de despidos en el morenovallismo, luego de que ella misma fue rescindida en esa época por motivos políticos. Hace tres años no la dejaron participar en la renovación sindical, mediante el control amañado del Comité Electoral.
En esta ocasión se repitió la misma historia: el grupo político de Jhovani Oliver le quiso negar el registro a Martha Salinas con el argumento de que carecía de una “carta de buena conducta sindical”, misma que expedía una comisión que controla el propio dirigente. Tuvo que haber una intervención de la Secretaría de Gobernación para que se le dejara participar.
Brenda Velázquez Batana encabeza la fórmula “Juntos vamos a lograrlo” y al igual que a Martha Rodríguez, le quisieron negar el registro, ya que no forma parte del bloque que controla Oliver Gallo.
Velázquez Batana a diferencia de Martha Rodríguez no viene de la lucha por los derechos laborales de los trabajadores, sino es parte del grupo de Héctor Posadas Manzano, un personaje obscuro que ya fue dirigente del sindicato entre la parte final del gobierno de Mario Marín Torres y el inicio del sexenio de Rafael Moreno Valle Rosas.
Como representante gremial, Héctor Posadas guardó un silencio cómplice frente a la ola de despidos de miles de burócratas ocurridos en el morenovallismo.
Emmanuel de Jesús Rodríguez González de la planilla “Innovando el futuro”, es el “candidato oficial”. Atrás de él está el apoyo y el control de Jhovani Oliver Gallo. Tan es así que el aspirante fue parte del Comité Ejecutivo saliente.
Rodríguez González empezó a hacer un proselitismo muy adelantado, desde hace medio año, situación que lo tendría que descalificar de la contienda, pero el Comité Electoral no es garantía de aplicar los estatutos del gremio.
Fuera de Martha Rodríguez, Brenda Velázquez y Emmanuel Rodríguez, ninguno de los otros candidatos tiene la popularidad, la estructura y los seguidores necesarios para realmente pelear la dirigencia.
El papel de los otros seis competidores es atomizar el voto de los trabajadores.
Algunos de ellos, en las próximas dos semanas, irán declinando a favor de Emmanuel Rodríguez, para entregar sus apoyos al “candidato oficial” antes de las votaciones del 15 de diciembre.
Además de que fueron aleccionados para dedicarse a atacar –durante el corto periodo de campañas electorales– a las dos aspirantes “incómodas”: Martha Rodríguez y Brenda Velázquez.
Llama la atención que entre los candidatos sin posibilidades de ganar se encuentra Virginia Socorro Meza Cruz, quien fue la secretaria general del sindicato en la anterior gestión y fue quien operó un fraude electoral para imponer, a como diera lugar, a Jhovani Oliver al frente del gremio.
Es de dominio público que, en el último año, Meza Cruz y Oliver Gallo se distanciaron, se confrontaron, a tal grado que la primera acusó al dirigente laboral de dañar el prestigio y los bienes materiales del sindicato.
Más allá de esa pelea, al final se entiende que la participación de Socorro Meza no es para intentar ganar, sino para buscar evitar un triunfo de la corriente “Movimiento por la democracia”.
Con todo esto que está ocurriendo, queda claro que la contienda en el Sindicato de Burócratas está llena de trampas, es inequitativa y tiene muchos visos de ilegalidad. Es un proceso electoral viciado.




