México vive un momento clave en su historia, la lucha por el poder cimbra la breve vida de un joven partido hegemónico Morena, el cual nació en el 2015 y con apenas tres años de vida, logró conquistar la Presidencia de la República.
Y es que la división interna ya se comenzó a hacer presente al interior del “partidazo” debido a que, en el Olimpo, como ocurrió con Cronos contra su padre Urano y más tarde también como ocurrió con Zeus y su propio progenitor.
El poder no se comparte, esa es una ley de la política y quien ocupa la silla, siempre termina teniendo la tentación de gobernar y más si existen presiones externas, como las que hoy enfrenta la presidenta Claudia Sheinbaum por parte de los Estados Unidos y su presidente Trump.
Sin más preámbulos, lo que hoy estamos viendo es una lucha ya franca y abierta entre la presidenta Sheinbaum y su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, quien quiso extender su mandato a través de la actual jefa del Ejecutivo, quien cuenta con todo el apoyo de los norteamericanos para deshacerse de su incómodo padre y antecesor.
López pretendió, como todos ya lo veíamos venir, instaurar un “maximato”, como lo hizo en su momento el expresidente Plutarco Elías Calles, seguir mandando desde bambalinas como lo ejecutó el sonorense hasta que se la apareció el general Lázaro Cárdenas.
La presidenta Sheinbaum tal vez hubiera jugado el papel de un Pascual Ortiz Rubio, tal vez no, pero lo que ha acelerado el proceso son las crecientes presiones del vecino país del norte, aunque desde mi óptica, de acuerdo, muy de acuerdo con la propia mandataria de México.
Los nexos de varios “narcopolíticos” mexicanos han sido el pretexto perfecto para que el presidente Trump haya iniciado una política intervencionista en nuestro país, aunque es claro que su pleito no es con la presidenta Sheinbaum, sino contra López Obrador y su grupo.
La titular del Ejecutivo federal ha comenzado a desmantelar la red de intereses del lopezobradorismo, aunque no es fácil, ya que quedó amarrada prácticamente por todos lados, los 24 gobernadores morenistas obedecen y le deben su puesto al tabasqueño, no a ella. La inmensa mayoría de diputados y senadores morenistas y de sus aliados también obedecen a López y no a Sheinbaum, esto también pasará en la nueva corte que entrará ya pronto en funciones.
La presidenta camina en una muy delgada línea en su lucha por comenzar a desmantelar la red tejida por su antecesor y a pesar de cumplir gran parte de los caprichos del tabasqueño, también ya ha comenzado a dar los primeros pasos, pero de una manera muy sutil.
De entrada, mantiene completamente maniatada a la jefa de Gobierno, la consentida de López, Clara Brugada, a la cual impuso dos veces, primero cuando mandó a “Juanito” para que la hoy jefa de Gobierno ganara la Delegación Iztapalapa y luego, cuando hizo a un lado a Omar García Harfuch para hacerla candidata a la Ciudad de México pasando por encima de Sheinbaum.
El segundo golpe es el de hacer perder al hijo del expresidente en la elección celebrada este año en Durango, proceso el cual operó durante dos meses “Andy” y en el que terminó perdiendo 3-1 su candidato, el exdelegado en Puebla, José Ramón López Enríquez.
La humillación para el hijo del expresidente fue brutal, luego vinieron las revelaciones norteamericanas de que el exjefe de la oficina de López Obrador, el empresario Alfonso Romo, lavó dinero del narco desde su casa de bolsa, Vector, al igual que otras dos instituciones de crédito, CI Banco e Intercam.
Después vino la “psicosis” generada por las declaraciones del hijo del “Chapo”, Ovidio Guzmán, alias “El Ratón”, quien se declaró culpable de cuatro cargos en los Estados Unidos y obtuvo la designación del gobierno norteamericano como testigo protegido, poco a poco se sabrán los alcances de las revelaciones de Ovidio.
Pero el tercer golpe, aún más fuerte y que deja en claro que ya hay una abierta ruptura entre padre e hija, son las acusaciones y señalamientos en contra del hermano político del expresidente, el también tabasqueño Adán Augusto López, quien muy seguramente va a pagar los platos rotos de esta lucha en el Olimpo y más si el senador sigue con su actitud soberbia y retadora.
Dicen los que saben que “nadie puede contra el águila” y ahora el águila ya no es López, es Sheinbaum y eso es lo que aún no terminan por entender los obradoristas.
Los próximos días serán sumamente importantes para ver hasta dónde crece esta pugna y, sobre todo, para saber qué otras cabezas van a rodar además de la Adán Augusto, al cual ya se le puede dar por muerto.