Dicen los que saben que, por fin, algo en lo que todos los mexicanos podremos estar de acuerdo: ¡es que nos dejen sentarnos!
A partir de ayer, entró en vigor en todo el país la llamada “Ley Silla”.
Sí, leyó usted bien.
Hoy, en pleno siglo XXI, este acto legislativo, aunque suena a chiste, es en realidad un pequeño gran triunfo para los derechos laborales, donde por fin es legal sentarse a descansar en el trabajo.
¿Quién lo hubiera pensado?
La “Ley Silla” obliga a los empleadores a garantizar asientos y espacios de descanso durante la jornada laboral. En otras palabras: se prohíbe el castigo de estar de pie durante ocho, diez o doce horas solo porque sí.
Aunque para muchos empleadores mexicanos esto equivale a un atentado contra “la productividad” y “la buena imagen del negocio”.
Esta ley viene con advertencia: quien no cumpla podrá ser multado de 28 mil 285 a los 282 mil 850 pesos.
Pero la pregunta es: ¿lo harán?
La “Ley Silla” nos pone frente al espejo y revela lo ridículo de nuestra cultura laboral: que haya que meter una reforma para permitirle a una cajera sentarse, o que un guardia de seguridad tenga que estar doce horas de pie, aunque no haya ni moscas que espantar.
Así que sí, celebremos esta ley.
Y ojalá pronto nos llegue también la “Ley Sombrilla”, la “Ley Ventilador” o –¡soñar no cuesta nada!– la “Ley Sueldo Justo”.
Por lo pronto, siéntese, respire, y disfrute este raro momento. Porque en un país donde sentarse es revolucionario, levantarse –de la injusticia– empieza por sentarse. ¿O no?
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