Dicen los que saben que, de pronto, a un diputado local le brotó un amor profundo –y bastante conveniente– por la junta auxiliar San Francisco Totimehuacan.
Y no es que el legislador haya descubierto apenas sus calles, su gente o su historia.
Sino que, curiosamente, ahora que se habla de convertirla en el municipio 218 del estado de Puebla, este legislador ha desplegado una energía política que pocos le habían visto antes.
Dicen los que saben que se trata del diputado José Luis Figueroa, que ha iniciado asambleas y movido piezas para lograr la anhelada municipalización.
Pero lo que realmente llama la atención no es el proceso en sí, sino el trasfondo.
Porque según versiones de pasillo, el diputado ya tendría trazado su siguiente paso: ser el primer presidente municipal de Totimehuacan.
Y si el plan sale bien, consolidar su propia dinastía política.
¿Suena exagerado? Quizá.
¿Oportunista? Sin duda.
Pero no sería la primera vez que un político vista una bandera ciudadana para disfrazar un proyecto personal.
Dicen los que saben que porque detrás del “queremos autonomía”, “la gente lo pide” o “es por el bien de la comunidad”, puede esconderse el viejo manual: crear estructura, posicionarse como el impulsor del cambio y, luego, recoger los frutos en las urnas ¿O no?
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