La muerte –en un accidente carretero— del activista Omar Jiménez Castro deja un vacío en la lucha contra los abusos de Agua de Puebla, no solamente porque era un abogado que protegía a los usuarios que sufrían cortes del suministro de agua potable, sino porque logró elevar las inconformidades contra la empresa concesionaria hasta la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en donde luego de largos litigios de varios años se aproximaba un fuerte fallo contra dicha compañía.
Quienes estaban cerca de él, narran, que en los últimos días se había mostrado optimista y alegre porque decía que la SCJN estaba a punto de dictar una jurisprudencia en contra de los abusos que cometen las empresas privadas que administran el agua potable en diferentes partes de la República Mexicana. Ese logro era derivado de uno de tantos juicios que logró colocar en el máximo tribunal del país.
Uno de los abusos que había documentado es que Agua de Puebla, desde hace varios meses, recurrió a la práctica no solamente de cortar el agua, sino también de destruir o bloquear las tomas del drenaje, en contra de los usuarios que reclaman el cobro excesivo de tarifas o que se atrasan con los pagos.
Es una práctica que raya en el terrorismo, ya que se pone en peligro la vida de muchos ciudadanos el hecho de que se queden días o semanas sin drenaje.
La discusión que Omar Jiménez había planteado ante el Poder Judicial Federal es que la empresa concesionaria atenta contra el derecho humano al agua, pero también al derecho colectivo a la salud pública, ya que dejar viviendas sin drenaje pone en riesgo la integridad no solo a los moradores de las casas afectadas, sino también de los vecinos.
Omar Jiménez Castro –quien brevemente fue síndico del municipio de Puebla en 2021—era un abogado aguerrido y controvertido, que a veces esa condición le provocó tener discrepancias con distintos colectivos y defensores del derecho al agua. Sin embargo, es necesario recordarle por dos importantes aspectos:
Primero: él inició su militancia partidista en el PRD y posteriormente fue de los fundadores de Morena. Dentro de ese universo político de izquierda, fue ejemplo de congruencia, al nunca doblarse en su lucha contra Agua de Puebla. En cambio, todos los políticos importantes de la 4T en el sexenio que está por concluir se rindieron ante la empresa concesionaria.
No se sabe si ese oprobioso comportamiento habría sido por la entrega de sobornos o porque fue muy grande al miedo a Agua de Puebla.
Lo cierto es que la 4T acabó siendo cómplice de los abusos que comete dicha compañía, luego de que, en la campaña electoral de 2018, de manera falsa se prometió que se revertiría la privatización de este servicio público.
Segundo: Omar Jiménez tuvo el mérito de ser el primero en “poner contra las cuerdas” a Agua de Puebla, con docenas de litigios en su contra.
Por eso era –tal vez—la persona más odiada, aborrecida, por los directivos de Agua de Puebla.
Musalem, el priista que advirtió el poder electoral de la izquierda
“¡Tigre!”, era la palabra que siempre exclamaba César Musalem Jop, seguida de una sonrisa cómplice, cuando encontraba a alguien con quien quería conversar y tomar café, saludar con afecto u opinar de algo aparecido en la prensa.
Siempre con un rollo de periódicos abajo del brazo, Musalem se definía como un hombre privilegiado que le había tocado vivir en dos siglos.
Más allá de los cargos públicos que ocupó en el gobierno del estado y el ayuntamiento de Puebla, en poco más de tres décadas, si algo le caracterizaba era su lealtad al PRI, partido del que decía “soy un simple soldado”.
Con sarcasmo, expresaba “somos parte del mobiliario que ya no saben donde acomodar”. Era la manera en que respondía a la falta de reconocimiento del PRI a su muy larga militancia, que inició en su adolescencia en una violento Izúcar de Matamoros, en donde no se permitía el más mínimo asomo de disidencia en el hegemónico “partido oficial”.
Siempre sostuvo, con mucha convicción, que él nunca se veía fuera de las filas del Partido Revolucionario Institucional, pese a que el tricolor se olvidó de él en la última década y media.
Hace varios años, cuando todavía no existía ni remotamente la 4T, en su análisis de la realidad política, Musalem sentenciaba: “el PRD es el partido del futuro”.
“Es el único partido en México en que se discute todo y de todo”, señalaba tras advertir que, ese era el signo de decadencia del PRI, en el que “todos buscan un Tlatoani para seguirlo” y no se dejaba que nadie discrepara con quien estaba a la cabeza.
Siempre advirtió que la izquierda iba a llegar al poder y que difícilmente la iban a derrotar en las urnas, porque –explicaba— era la única opción que sabía entender a una sociedad que se había multiplicado en muchas opiniones.
César Musalem partió de este mundo el viernes pasado, luego de una larga enfermedad que no le limitó su movilidad.
“Don César”, como muchos le mencionaban, se había vuelto parte del paisaje urbano del zócalo de Puebla.
No solo fue político. Ejerció el periodismo con pasión, debatiendo en la radio, escribiendo su columna “Desde las Galias” y siendo un feroz lector. Uno de los periódicos infaltables debajo de su brazo era La Jornada.
En particular siempre tenía subrayado el suplemento Saberes y Ciencias de La Jornada de Oriente.
Todos los días era un ritual, de él y Gabriel Sánchez Andraca, uno de los decanos del periodismo poblano, caminar hasta el quiosco ubicado en la esquina de Juan de Palafox, en el zócalo poblano, para recoger los periódicos. “El internet le quita seriedad a la lectura”, decían uno de los dos.
Musalem, “el Tigre”, fue un ejemplo de la convicción y la lealtad que ahora tanto le hace falta al PRI poblano.
Y como era de esperarse, en el tricolor pasó de largo la partida de un personaje emblemático de esta fuerza política.