Aún están tendidos los cuerpos de los que cayeron derrotados en la pasada contienda electoral y ya comienza la pelea por lo que queda del albiazul, como si se tratase de hermanos peleando una herencia.
Cuatro grupos se comienzan a pelear por las siglas del albiazul, que aunque cayó derrotado el pasado dos de julio en la mayor parte de la entidad, la nomenclatura, aún representa el 18 por ciento del total de la votación emitida, 7 diputaciones locales y lo más importante prerrogativas y candidaturas a futuro.
Esto es lo que realmente se pelean aquellos que quieren tomar el control del albiazul, defenestrando el grupo dominante, el de Eduardo Rivera Pérez, al cual culpan de haber hecho retroceder al PAN a inicios de la este siglo y de no haber ganado nada.
De todos los grupos que se pelean por hacerse ahora de la dirigencia del albiazul, solo el del actual edil de San Andrés Cholula, Mundo Tlatehui, tiene argumentos para levantar la mano, como ya lo señalamos en una pasada entrega.
El resto de los grupos, el de la ex presidenta, Genoveva Huerta y el de Mónica Rodríguez Della Vecchia, no; porque Huerta Villegas operó en contra, junto con todos sus compinches apoyando a Morena, mientras que la diputada local se cruzó de brazos, aunque también hay que decirlo, nadie la llamó o la tomó en cuenta.
Los grupos inconformes alegan que el panismo retrocedió 25 años en su historia y no les falta la razón, aunque por supuesto, esto se tendría que poner entre paréntesis, ya que, en 1995 Ana Teresa Aranda Orozco, como dirigente del albiazul obtuvo muy buenos resultados, ganando la capital y casi todas las ciudades más importantes de la entidad como Atlixco, san Martín, San Andrés, Huejotzingo, Tehuacán y Teziutlán, solo por mencionar algunas plazas.
Después de Anatere, nadie volvió a ganar elecciones de esa forma hasta que apareció en el escenario, Rafael Moreno Valle, pero Rafael, no era panista, era un priista infiltrado junto con su grupo que realizó múltiples alianzas con personajes como la maestra Elba Esther Gordillo, para ganar la gubernatura de Puebla.
La presidencia de Genoveva Huerta que tanto alega que el panismo retrocedió 25 años en su votación, olvida que precisamente la crisis del albiazul comenzó con su dirigencia, en donde solo benefició a su grupo, ahora que acusa a Rivera de la misma.
Su amigo, compadre y socio, Eduardo Alcántara, sin ningún antecedente al interior del albiazul se vio beneficiado con una diputación local y los millonarios contratos de los cursos de capacitación a mujeres y jóvenes.
Su pareja sentimental, Irving Vargas era el representante del albiazul ante los órganos electorales, con altísimos sueldos.
Huerta Villegas perdió la elección extraordinaria del 2019, en donde abandonó a su suerte al entonces candidato, Enrique Cárdenas Sánchez, porque nunca tuvo el valor de enfrentar al entonces candidato de Morena y luego mandatario, Miguel Barbosa.
Barbosa tenía muy bien sometida a Huerta por tener pruebas de su participación dentro de la llamada “estructura maya”, que comandó Eukid Castañón en el 2018 y también por seguir manteniendo su plaza de maestra en la SEP, entre otras cosas.
Siendo objetivos, si el panismo quiere resurgir, debe de emerger de sus cenizas y volver a sus orígenes, en donde todos los puestos al interior de este partido y las candidaturas, se dirimen a través de convenciones.
Cuando el panismo renunció a la democracia interna y empezó a privilegiar las famosas designaciones, perdió su esencia y con ello, el apoyo de la sociedad civil, la cual generalmente simpatizaba con este partido y lo veía como la única vía para derrotar al partido hegemónico, en esos años, al PRI.
Reitero, si Acción Nacional quiere renacer de sus cenizas, lo más sano es que a nivel nacional se compita por el relevo de Marko Cortés y se deje a un lado la intención de imponer a Jorge Romero y lo mismo aplica en Puebla.
Lo mejor para el albiazul sería que todos los grupos, el de Rivera, el de Tlatehui y Lupita, el de Huerta Villegas y el de Mónica Rodríguez, se pongan a hacer política y que vayan a una interna, para de esta forma gane quien tenga la mayor representatividad y se quede con los despojos del albiazul.
El grupo dominante no es invencible, en varias ocasiones en los noventas y a inicios de este siglo, perdieron y si no pregúntenle entre otros a Jesús Encinas o a Luis Paredes.