Israel e Irán se encuentran al borde del conflicto tras el ataque al consulado iraní en Siria, el pasado 1 de abril. Israel ha amenazado con atacar a Irán si este país toma represalias, mientras que el líder supremo iraní, Alí Jamenei, ha asegurado que Israel “debe ser castigado”.
La embestida aérea en Damasco, atribuida por Teherán a las fuerzas israelíes, dejó un saldo de 13 personas muertas, incluidos siete asesores militares iraníes. Israel no se ha atribuido el ataque, pero cuatro funcionarios israelíes confirmaron su participación al diario The New York Times.
El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ha sido enfático en su advertencia: “si Irán ataca desde su territorio, Israel responderá y atacará a Irán”. Katz también ha acusado a Teherán de ser “la cabeza de la serpiente”, en referencia al apoyo que ese país brinda a grupos como Hamás y Hezbolá.
El líder supremo iraní, Alí Jamenei, ha reiterado su promesa de tomar venganza contra Israel, afirmando que “debe ser castigado y así será”. Jamenei considera que el ataque al consulado es un ataque a su propio territorio y exige una respuesta contundente.
La actual escalada de tensiones se enmarca en un contexto de conflicto regional. La guerra en Gaza, el apoyo de Irán a grupos como Hamás y Hezbolá, y las agresiones aéreas israelíes en Siria han contribuido a un clima de tensión y desconfianza.
La comunidad internacional observa con preocupación la escalada de las tensiones entre Israel e Irán. El riesgo de un conflicto abierto entre ambos países es real y podría tener graves consecuencias para la región.