En las fórmulas de candidatos a diputados locales y federales, y en las planillas de regidores y sindico de las dos principales coaliciones partidistas —la gobernante y la opositora—, es notable la ausencia de figuras reconocidas y prestigiadas de la sociedad civil.
Tanto en la coalición encabezada por Morena como en la alianza liderada por el PAN no hay figuras representativas de la academia y la ciencia, tampoco de organismos de la Iniciativa Privada o de sindicatos o centrales obreras, de colegios profesionales o asociaciones de especialistas, ni de organizaciones no gubernamentales impulsoras de grandes causas.
No me refiero a representantes corporativos, sino a personas sin militancia o trayectoria partidista pero que gozan de reconocimiento y el prestigio de sus pares en los ámbitos educativo, económico, social, periodístico, cultural y tecnológico, como destacados profesores, empresarios, intelectuales, creadores y activistas de la transparencia y la rendición de cuentas, los derechos humanos, la protección y cuidado del medio ambiente, las buenas prácticas democráticas y el desarrollo humano, y la justicia social o el bien común.
Dos explicaciones encuentro de esta situación: una es que los partidos optaron por privilegiar sus estructuras burocráticas, alianzas políticas e intereses particulares por encima de la sociedad y el interés general.
Y otra es que la sociedad organizada no se siente representada por los partidos y coaliciones partidistas, por lo que sus líderes toman distancia de éstos, de los candidatos y los procesos electorales.
El resultado de esta situación puede traducirse en apatía, abstencionismo o baja participación el día de la jornada electoral, o en votos de castigo para los gobiernos de Morena y sus candidatos y para los abanderados de la oposición que son percibidos como incongruentes, oportunistas o incompetentes, con sus honrosas excepciones.
Ciertamente en Puebla la dirigencia de Movimiento Ciudadano ha hecho un esfuerzo por impulsar nuevas figuras, quizás con buenas intenciones, el problema es que este partido no es percibido como una opción de triunfo, como una tercera vía, lo que echa por tierra sus intenciones de airear el ambiente con caras diferentes a los políticos de siempre.
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