Un viejo refrán dice que “la unión hace la fuerza”. En América Latina, la sentencia podría llevarse más allá: para periodistas y personas defensoras de derechos humanos, la unión es prácticamente una estrategia de supervivencia. En contextos donde los ataques contra estos actores sociales comienzan en instancias gubernamentales, se extiende en las redes sociodigitales y permea hasta la vida fuera de los entornos virtuales, una de las acciones más importantes es generar redes y articular trabajos para hacer frente a campañas que buscan desprestigiar a los mensajeros, para evitar que la audiencia escuche los mensajes. Estas fueron algunas de las ideas que se pusieron en común durante la charla “La respuesta de la sociedad civil organizada y de periodistas ante la estigmatización y desinformación desde el poder público”, realizada en el marco del Seminario Internacional Voces Bajo Acecho: Desafíos Latinoamericanos frente a la Estigmatización y Desinformación, que tuvo como sede el campus del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO) y fue convocado por Signa_Lab ITESO y Artículo 19.
La segunda mesa del seminario, conducida por Martha Tudón, de Artículo 19, convocó a Rossana Reguillo, académica del ITESO y fundadora de Signa_Lab, y Leopoldo Maldonado, director regional de Artículo 19, así como a representantes de medios de la región: Alejandra Gutiérrez, de Agencia Ocote, de Guatemala; Sergio Arauz, del periódico El Faro, de El Salvador, y José Luis Peñarredonda, del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP), con sede en Colombia.
Para comenzar, Reguillo y Maldonado hicieron una rápida presentación del informe Asedio, amenaza y ataque. La condición de vulnerabilidad de periodistas en México, elaborado por Signa_Lab ITESO a partir de los ataques digitales que sufrieron en 2021 extrabajadores de la agencia de noticias Notimex. La sistematización y el análisis de la información evidenciaron, dijo Rossana Reguillo, un “hallazgo interesante: la influencia del discurso presidencial en ‘la mañanera’ para despertar la concatenación de voces”. La académica explicó que, con base en la información recabada, fue posible establecer un patrón de acción: el primer paso es el discurso de ataque desde la Presidencia; después, entran en acción los que llamó “maestros de ceremonias”, que establecen la narrativa a seguir; luego se activan los replicadores –aquí dijo que el concepto del bot digital ya quedó rebasado– y, finalmente, entran en acción los troles, que tienen por objetivo “el asesinato de la reputación” de la persona o del actor que está recibiendo el ataque.
A partir de “una narrativa de desacreditación, viene un ataque a la credibilidad; después sigue la descalificación del mensaje; luego la humillación, que busca reducir la credibilidad de la persona involucrada”, dijo Reguillo.
Leopoldo Maldonado lo ha experimentado en primera persona. Después de ser mencionado por Andrés Manuel López Obrador en una rueda de prensa en marzo de 2021, pudo experimentar cómo “el aniquilamiento moral es el preámbulo” de una dinámica que se desarrolla en una “asimetría de poderes, no es una discusión entre iguales. Es una maquinaria de medios públicos con periodismo militante, entendido aquí como periodismo de propaganda. Usan las herramientas del periodismo como arma de guerra”, dijo el director de Artículo 19 y añadió que esto ocurre no solo en México, sino también en toda la región latinoamericana.
Al contar la experiencia que han vivido en El Faro a partir del ascenso al poder de Nayib Bukele, Sergio Arauz dijo que El Salvador y Centroamérica “han empezado a matar sus democracias”. Con ese contexto, han erigido al periódico como “un obstáculo para frenar el avance de la dictadura”. ¿Cómo lo han hecho? “Solo sabemos hacer periodismo, así que hemos trabajado para mantener nuestro rigor. El Faro es relevante por sus mensajes, no por sus mensajeros, y los políticos han logrado que se hable más de los mensajeros, para que no se escuchen los mensajes”.
Alejandra Gutiérrez dijo que, si bien hoy en día en Guatemala está ocurriendo una transición, todavía hace poco se repetían historias ocurridas hace 30 o 40 años, en las que se buscaba posicionar una narrativa de enemigo interno para atacar a periodistas y activistas. “Los mundos digitales ya son la realidad, ya no se quedan en lo virtual”, dijo la periodista y compartió con la audiencia la importancia de sacar las discusiones de los salones universitarios para llevarlas a la calle. Para esto, añadió, es fundamental “que el periodismo dialogue con otras disciplinas, con la tecnología. Ya no es posible aislarse”.
La ronda de intervenciones concluyó con José Luis Peñarredonda, quien invitó a preguntarse cuántas de esas narrativas con explosiones de odio se alimentaban de manera orgánica y cuántas se hacían de manera pagada. “Hay gente que gana plata con esto”, dijo más adelante y mencionó, citando a María Ronderos, “los periodistas nos defendemos haciendo periodismo, no política”.
Cuestionados sobre qué estrategias podían seguir para hacer frente al asedio desde el Estado, los periodistas coincidieron en la importancia de crear y fortalecer redes de protección y acompañamiento, incluso de defensa legal. Y mantener la calidad del trabajo periodístico. “Tenemos que hacer que nuestro trabajo siga siendo relevante. El bullying público nos ha hecho mejores periodistas”, dijo Arauz y mencionó que “no todo es oscuridad: hay muchos activismos uniéndose para encontrar la luz”. En la misma línea se expresó Gutiérrez, quien señaló que es importante verificar la información, establecer colaboraciones periodísticas; no dejar de cubrir otros temas importantes como los relacionados con el género, el medioambiente y los derechos reproductivos, la organización gremial y, muy importante, “saber qué le importa y qué indigna a la gente, escucharla”.
Para Rossana Reguillo, estas estrategias también deben activarse desde la academia. “No es posible el trabajo aislado”, dijo la investigadora emérita del Sistema Nacional de Investigadores, y fue enfática al expresar: “No hay que callarnos. El silencio no es opción”. Después, Leopoldo Maldonado señaló que cada vez hay discursos más radicalizados y que la región actualmente vive “un momento de decepción de la democracia. Se ha transitado a una eficracia, donde todo es válido con tal de que se ofrezcan resultados, y eso es un caldo de cultivo para los extremismos de izquierda y de derecha”. Esta idea fue reforzada por José Luis Peñarredonda, quien dijo que “los impulsos antidemocráticos de AMLO son los mismos que los de Bukele o los de Milei”, aunque todos se digan de diferente orientación ideológica.
Finalmente, Arauz mencionó que cuando en El Salvador la gente se pregunta para qué sirvió la democracia, la respuesta generalizada es que para nada. “¿Hasta cuánto puede soportar la institucionalidad? Es una pregunta que en México está en camino de responderse”, dijo el periodista..