Una racha de severos cuestionamientos ha brotado contra la edil de Izúcar de Matamoros, Irene Olea Torres, por haberse incrementado su salario, el de funcionarios de primer nivel del ayuntamiento y los regidores, sin que el tema hubiera sido discutido y aprobado por el Cabildo. Un asunto que se suma a una larga lista de yerros y abusos de la alcaldesa que ha optado por alejarse del movimiento obradorista –que la llevó al poder— y refugiarse con grupos tradicionales del PRI.
Olea Torres nació y se desarrolló en la política local al haber sido parte de los dos ayuntamientos que encabezó Melitón Lozano Pérez, en donde se hizo cargo de la Dirección de Comunicación social, la primera vez, y la Sindicatura, en la segunda oportunidad.
Desde que su gobierno empezó a dar tumbos, el recurso simplista y sin fundamento que empezó a utilizar la alcaldesa para justificar su mala actuación fue culpar a Melitón Lozano Pérez –cuando éste era secretario de Educación estatal y estaba alejado del municipio– de querer desestabilizar su gestión, sin nunca poder presentar una sola prueba.
En realidad, la edil desde que arrancó su administración –para sorpresa de propios y extraños—adoptó una actitud de rencor y confrontación contra los principales liderazgos de Morena en Izúcar de Matamoros, que es un municipio con un fuerte movimiento de izquierda desde los años 90 del siglo pasado.
Una prueba de lo anterior es que los regidores de Morena, que ganaron con ella la elección de 2021, la denunciaron a principios del año pasado de una serie de anomalías financieras, que iban desde gastos excesivos, hasta pagos a proveedores con sobreprecios y la no licitación de contratos.
Y a finales también del año anterior, seis de once regidores presentaron una denuncia ante la Fiscalía General del Estado en la cual responsabilizan a Irene Orea de amenazas y campañas de acoso. El recurso lo suscribieron Blanca Estela Larios Lara, María del Socorro Peña Vega, Juan José Soto Moreno, Luis Adán María Negrete, Santiago Zohar Hernández Torres y Juan Manuel Morales Lara, horas después de que la edil rindió su primer informe de gobierno.
Esa condición exhibe opacidad en el ejercicio de gobierno y falta de liderazgo político, así como una traición al movimiento obradorista, pues en lugar de que la presidenta municipal busque conciliar con los regidores de Morena, se ha acercado a los grupos priista de Héctor Vargas Bello y Rubero Galileo Suárez Matías, pese a que el segundo de ellos era muy cercano a Rubén Gil, el famoso alcalde del PRI que a principios de este siglo fue encarcelado en Estados Unidos por supuestos cargos relacionados con actividades del narcotráfico.
La posibilidad de que se genere un proceso de avenencia entre los regidores de Morena e Irene Olea es muy remoto.
En lugar de que la presidenta municipal buscara conciliar, ha diseñado un plan de engaños para intentar desconocer la autoridad del Cabildo.
Se inventó un nuevo reglamento –al estilo del personaje “Varguitas” de la película La Ley de Herodes—para supuestamente aprobar los estados financieros mensuales del ayuntamiento solamente por una parte de los regidores y en las sesiones de Cabildo, siempre se dispensa la lectura de temas financieros, como una manera de aparentar de que en el cuerpo edilicio no hay confrontaciones.
El malestar contra Irene Olea no se reduce al ámbito del ayuntamiento y de grupos políticos.
Entre la ciudadanía hay muchas críticas por la falta de obra pública relevante y sobre todo, por la creciente ola delictiva que azota a la región de Izúcar de Matamoros, que luego de haber recuperado un ambiente de estabilidad en años anteriores, de nueva cuenta se percibe una fuerte presencia de células del crimen organizado que provienen de Guerrero y Morelos.
Sin contar que varias colonias de la periferia de Izúcar de Matamoros son más violentas que las zonas catalogadas como de alta peligrosidad en la capital.
Irene Olea Torres ha generado un clima de desencanto en su desempeño como presidente municipal, que, en opinión de conocedores de la región de Izúcar de Matamoros, desde ahora se percibe complicado o imposible que se pueda reelegir, sobre todo cuando ha alejado a los líderes políticos del movimiento obradorista.
La edil matamorense actúa de manera similar a la alcaldesa panista de San Pedro Cholula, Paola Angon Silva. Tienen cuatro características idénticas: desconocieron a quienes las ayudaron a ganar el cargo, no resuelven los problemas apremiantes de la población, los regidores de sus propios partidos son quienes más las cuestionan y tienen muchos problemas de comprobación financiera.