Alejandro Adolfo González Morgan, director de Oficialía de Partes, despacha en la célebre oficina que ocupó su jefe hasta antes de que un juez ordenara su salida de la administración en lo que se desarrolla el proceso penal en su contra.
Morgan habla con el ex coordinador ejecutivo de la Presidencia todos los días.
Y lo hace para recibir órdenes, cruzar la información que recaba y ponerse de acuerdo en la habitual entrega de los recursos económicos generados.
Morgan es, pues, el hombre del maletín de Andrés el Acosador.
Mónica Pérez Hernández, novia de Morgan, está al frente de la Dirección de Agenda y Seguimiento del ayuntamiento.
En su momento, antes de la campaña por la reelección, Mónica compartía con Morgan todo lo que Claudia Rivera Vivanco hacía.
Y eso incluía: acuerdos con funcionarios, políticos y empresarios, además de desayunos, comidas y cenas.
Ya se sabe: quien lleva la agenda tiene un poder total.
Ese fue —cómo olvidarlo— el primer movimiento de García Viveros para desplazar a Javier Palou de la Coordinación Ejecutiva de la Presidencia: quitarle la agenda.
Lo demás fue consecuencia de ese acto.
El pasado 10 de mayo, quien esto escribe publicó un mapa singular relacionado con el Cártel Administrativo que maneja García Viveros.
Fue una especie de Quién es Quién en el ánimo de nuestro personaje, pero también la lista pormenorizada de los infiltrados en las distintas secretarías de la administración.
Las películas sobre mafiosos nos han enseñado que la información es poder.
Bajo ese precepto se mueve García Viveros.
En los últimos tiempos afinó sus estrategias de control como todo un filibustero.
Primero se deshizo de Javier Palou.
La salida de Liza Aceves del equipo de Claudia Rivera —para irse a dirigir el Sistema Nacional de Investigadores del Conacyt— le facilita aún más el camino.
Y es que ambos personajes detestaban a García Viveros no sólo por su fama de hostigador sexual y laboral, sino por sus desmedidas ambiciones y la falta de escrúpulos para lucrar con todo.
Una víctima habitual de sus excesos es Enrique Gómez Haro, encargado de despacho de la Secretaría de Administración y director de Adjudicaciones.
A través de Morgan le llegan los nombres y los documentos de las empresas que participan en los más diversos concursos.
Y algo más: el nombre de la empresa ganadora.
(En este espacio compartí con el hipócrita lector el caso del modesto electricista de un pueblo de la sierra norte que a sus 30 años de edad ganó una millonaria licitación relacionada con la instalación de 4 mil calentadores solares).
Pese a la orden del juez en el sentido de que García Viveros dejara de operar la Coordinación Ejecutiva de la Presidencia, nuestro filibustero sigue moviendo las palancas a través de Morgan, quien jura, a diestra y siniestra, que el regreso de su patrón es inminente.
Y más: que una vez que Claudia Rivera se reelija su poder no tendrá fin.
No es promesa, dice el pirata: es amenaza.
Y Hablando de Acosos… La química Patricia Osnaya, titular de la Conagua en Puebla, perdió la brújula.
Lo mismo pelea con el director general de la Comisión Estatal de Agua y Saneamiento (CEAS), que grita y se pone altanera con la secretaria de Desarrollo Rural.
Y más: ha buscado chocar con Beatriz Manrique, secretaria de Medio Ambiente, quien, gracias a su inteligencia emocional, no cae en las burdas provocaciones.
La química Osnaya ya es una celebridad en Puebla, pero no por sus talentos.
Lo es, faltaba menos, por su pésimo genio, sus ataques de ira, sus constantes muecas —acompañadas de unos “tronidos” de boca de antología—, y lo mejor: sus delirantes gritos.
A sus subordinados ya les dio instrucciones de no recibir a las autoridades estatales.
Pero en el clóset —su clóset— hay un cadáver que empieza a descomponerse y a soltar un aroma putrefacto que llega hasta Guanajuato.
En esta trama, sí, aparecen, además de ella, un flamante director de la Conagua en Guanajuato y una ex empleada —madre de dos hijos— hostigada sexual y laboralmente.
Pero ésta es una horrorosa historia que compartiré en una próxima entrega.