Si en el PRI poblano hubiera un poco de sentido común, ya tendría que haber expulsado de sus filas al ex gobernador Mario Marín Torres y haberlo declarado persona no grata, pues el ex mandatario no solamente es el causante de la pésima imagen que tiene esta fuerza política, sino literalmente fue quien hace 12 años negoció provocar la debacle del Partido Revolucionario Institucional a cambio de “salvar el pellejo” por sus conflictos personales. Esa concertacesión se fraguó en un domicilio privado de Miami, Florida.
La aprehensión ayer de Mario Marín Torres, 15 años luego de la oprobiosa e ilegal detención de la periodista Lydia Cacho Ribeiro, también viene a exhibir la inmundicia del Partido Acción Nacional, que lucró electoralmente con el llamado Lydiagate y obstaculizó la aplicación de la justicia. Tuvo que llegar al poder la 4T para que se pudiera llevar a juicio al exmandatario poblano.
Cuando Mario Marín Torres ganó la gubernatura de Puebla, en el año 2004, el PRI poblano tenía un capital político que parecía invencible. Podía perder plazas importantes en comicios locales y federales, pero nunca la mayoría, que implicaba la titularidad del Poder Ejecutivo, el Congreso local, así como el grueso de las diputaciones federales y las senadurías.
Ese capital, en mucho, se perdió porque Mario Marín lo negoció, lo entregó, lo debilitó, lo vilipendió a favor del PAN para “salvar su pellejo”. Por eso, es el responsable de que ahora el PRI tenga que buscar el socorro del PRD o del Partido Acción Nacional para sobrevivir.
Dicha entrega del PRI a los intereses del PAN tuvo dos episodios:
El primero episodio tuvo como protagonista central a Carlos Abascal Carranza, entonces secretario de Gobernación de la presidencia de Vicente Fox Quesada.
A Marín le estalla el Lydiagate el 14 de febrero de 2006. Los dos siguientes meses fueron los más aciagos para el entonces gobernador de Puebla, porque el PAN provocó una de las mayores movilizaciones en contra de un mandatario estatal y había prometido que provocaría la caída del titular del Poder Ejecutivo, que quedó exhibido ante la opinión pública nacional como un político misógino, violador de la ley, amigo de empresarios pederastas y una figura repugnante por lo soez de su lenguaje.
Por esos días un viejo periodista le espetó a Marín: “Usted ofendió los pilares de la sociedad: a la familia, a los niños, las mujeres y la legalidad”.
Ese tormento se frenó por una visita de Carlos Abascal a Puebla para ofrecerle una negociación a Mario Marín, consistente en lo siguiente: que el PRI perdiera todas las diputaciones federales y las senadurías que estaban en juego en la contienda electoral de ese año, pese a que el PAN no tenía presencia en más de la mitad de los distritos electorales de Puebla.
Marín accedió y hubo un triunfo del PAN en todo el estado de Puebla. Con ello, Marín contribuyó al fraude electoral que llevó a Felipe Calderón a la presidencia y en pago, el panismo dejó al priista que gobernara Puebla hasta al final de su sexenio y quedara impune la agresión contra la periodista Lydia Cacho Ribeiro.
La segunda entrega del PRI a los intereses del PAN, ocurrió a principios del año 2009.
Ese año había elecciones federales y Mario Marín estaba dispuesto a que, por segunda vez, el PAN ganara la mayoría de los distritos del estados.
De manera sorpresiva, Marín recibió una comunicación de su acérrimo enemigo, el entonces senador Rafael Moreno Valle Rosas, quien tres años antes había roto con el PRI por un fuerte enfrentamiento que tuvo con el gobernador.
Moreno Valle le propuso a Marín negociar el resultado electoral de ese año, pero en un lugar seguro: en Miami, Florida. El mandatario aceptó.
En una casa privada, en Estados Unidos, sentados en la misma mesa Marín y Moreno Valle, cada uno de ellos iban con un acompañante, recibieron la inesperada visita de Elba Esther Gordillo Morales, que en esa época era la toda poderosa líder del SNTE.
Una fuente confiable narra que Gordillo Morales habría entrado cargando un voluminoso y pesado expediente que arrojó sobre la mesa. Palabras más, palabras menos, le habría dicho “la maestra” a Mario Marín: “Estamos cansados de tus cochinadas, aquí están todas documentadas. Si no negocias vamos a llevar el expediente a los juzgados”.
Marín guardó silencio ante las palabras de Elba Esther Gordillo. Se levantó y se fue indignado. Su acompañante recogió una copia de ese expediente y tras revisarlo, en la ciudad de Puebla, le sugirió al mandatario regresar a negociar con Moreno Valle.
En una segunda ronda de negociación, Moreno Valle le planteó: que el PRI ganara lo que estaba en disputa en la elección de ese año, pero los comicios de 2010, los de la gubernatura, eran para él.
Así ocurrió. En 2009 el PRI ganó todas las diputaciones federales en juego. Eso permitió que Moreno Valle les quitara a los panistas tradicionales el control del PAN poblano. Un año más tarde, el morenovallismo ganaba la gubernatura, el Congreso local y las principales alcaldías de la entidad. Es decir, se llevó todo.
Esas negociaciones de Marín le costaron al PRI todo su capital político.
Mientras que el PAN lucró electoralmente con el caso Cacho, pero sin hacer justicia.