Para nadie es un secreto que la política es un negocio redondo y millonario para muchos, y el servicio público un acto lucrativo que deja jugosos dividendos dependiendo del cargo que ostenten nuestros gobernantes.
La administración pública es como aquel dicho popular de “según el sapo es la pedrada”.
Y es que la política es una actividad muy rentable pues se dice que entre mejor es el cargo, el grado y el nivel de importancia, igual será el beneficio, la retribución, el pago, así como la permanencia y la constancia en la nómina del erario.
Alguna vez se ha preguntado por qué empresarios, militantes de partidos, artistas, deportistas, profesionistas de todos tipos, ciudadanos comunes y corrientes, y hasta periodista, en muchos casos, quieren gozar de un cargo público.
La respuesta es muy sencilla: porque la política es un jugoso negocio que te puede hacer millonario.
En lo personal no me espanta que la esposa del presidente Enrique Peña Nieto (EPN), la señora Angélica Rivera de Peña, sea la propietaria de una casa valuada en la cantidad que sea de miles de millones de pesos.
Es la esposa del presidente y seguramente tendrá eso y más.
Lo mismo el propio mandatario.
Lo realmente sorprendente de todo esto es que no se vea, o que no se quiera ver, lo que está a la vista de todos, en todas partes.
Me explico.
Los ciudadanos se sorprenden de una propiedad millonaria cuando en lo local y hasta en lo nacional existen muchos otros ejemplos de la vida de lujos, excesos, exuberancias y gustitos que se dan nuestros políticos.
Recordemos algunos:
De entrada, hay que subrayar que en México, un país que cuenta con 53.3 millones de pobres, tenemos al empresario que ha sido catalogado muchas veces por Forbes, la revista de negocios más influyente del mundo, como el hombre más rico del mundo, Carlos Slim Helú.
Recientemente, Slim bajó una posición este 2014 para quedar como el segundo hombre más rico del mundo, después de Bill Gates.
Bill Gates, el fundador de Microsoft y presidente de la Fundación Bill y Melinda Gates, recobró el primer lugar de la lista de millonarios gracias a que las acciones de su empresa dieron un salto intempestivo. La fortuna de Bill asciende a más de 76 mil millones de dólares.
El dueño de Telmex y de otros cientos de empresas dedicadas a las telecomunicaciones, posee una fortuna superior a los 72 mil millones de dólares. En el último año pasó a ser el segundo hombre más rico del mundo debido a que las acciones de su minera, Frisco, cayeron más de 50 por ciento, debido a los precios del oro y cobre.
Carlos Slim se ha podido dar el lujo, entre muchos otros, de poseer el Museo Soumaya, un espacio que cuenta con colecciones invaluables de todo el mundo. Es un museo que ofrece una colección privada y personal que ha sido valuada en miles de millones de pesos.
¿Y quién dice algo por eso?
Bueno, tal vez se puede justificar la nula protesta del por qué México tiene al hombre más rico del mundo diciendo que no es un político sino un empresario.
La respuesta, de ser así, tendría sus asegunes, pero en fin.
Sin embargo, en México tenemos líderes sindicales que por incursionar en la política incrementaron muchos ceros a sus cuentas bancarias de miles de millones de pesos, éstas ya de por si abultadas por el manejo de infinitos recursos a costa de la manipulación de consciencias y el abuso a los trabajadores.
El ejemplo más claro todo mundo lo conoce, el de Elba Esther Gordillo Morales, líder moral del SNTE y actualmente recluida en el penal femenil de Tepepan.
La maestra aún es dueña de un emporio, casas, joyas, cuentas bancarias y todo tipo de excesos patrocinados gracias a su relación con el poder y su incursión en la política.
Otros dos líderes sindicales como Carlos Romero Deschamps, actual senador de la República por el PRI y líder del gremio de Pemex; y Napoleón Gómez Urrutia, líder sindical de los mineros, ambos ostentan fortunas millonarias y nadie dice nada.
El senador priista se ha dado el lujo de regalarle a su hijo un Enzo Ferrari de entre 2 y 3 millones de dólares, y/o un Lamborghini Aventador de medio millón de dólares.
También posee un yate Sunseeker Predator 60, valuado en 2 millones de dólares; un Sea Ray Sundancer 450, de un millón de dólares, que le regaló a su hijo; y un Sunseeker modelo Porto 47, que cuesta alrededor de medio millón de dólares, también un regaló que le hizo a otro de sus angelitos.
Y a Romero Deschamps nunca se le hace tarde para gastar el dinero porque checa sus tiempos en su reloj Audemars Piguet Royal Oak de 40 mil dólares.
Yo me pregunto, ¿alguien ha dicho algo sobre estos excesos?
¿Quién se escandalizó?
Y existen muchos otros ejemplos -nacionales y locales- que bien podrían comentarse, documentarse y comprobarse sobre los lujos y excesos de nuestros políticos, quienes se han enriquecido a costa del pueblo.
Casas, departamentos, ranchos, aviones, autos, lujos, mujeres, vinos Vega Sicilia, viajes, ropa, artículos personales, joyas, entre muchos otros excesos son los que rodean a nuestros políticos mexicanos y poblanos.
En Puebla, hay quien colecciona autos de súper lujo, relojes, mansiones con zoológico personal, aviones y muchos otros gustos millonarios.
El caso más reciente -en lo local- es el de la diputada local panista Corona Salazar Álvarez, a quien ya le llaman “La Gaviota de Teziutlán” por ser dueña de una casa con valor de al menos 10 millones de pesos.
Según algunos medios, la legisladora está por inaugurar su casa en el Fraccionamiento los Cipreses del municipio de Teziutlán. El terreno le habría costado la cantidad de 6 millones de pesos.
Pero insisto, ¿quién dice algo al respecto?
¿Es o no la política un negocio millonario?
En Twitter: @poncharelazo