El primero de julio de 2012 será una fecha que pasará a la historia por diversas causas y razones.
La más importante, tal vez, que fue el día en que el PAN y su presidente, Felipe Calderón Hinojosa, regresaron el poder al PRI, al partido que el albiazul aplastó hace 12 años -en la elección de 2000- y al que le arrebató la administración nacional para intentar cambiar al país.
Será la fecha en que Enrique Peña Nieto (EPN), virtual candidato presidencial electo de Compromiso por México, recuperó para su partido -el PRI- la presidencia de la República y las llaves de la Residencia Oficial de Los Pinos.
Será el tiempo en que se dio la elección federal-presidencial más copiosa, participativa y competida de la historia, con más del 60 por ciento de participación.
El día en que los jóvenes despertaron su interés por cambiar el país y lograr una verdadera democracia. Vamos, la hora en que por fin se interesaron por la política nacional, salieron a votar y a vigilar las urnas, dejando atrás su actitud voluntariosa.
El día en que la izquierda revolucionaria, amorosa y combativa de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) creció en el país, ganó más seguidores, simpatizantes y espacios públicos de los que imaginó. Sin embargo, el momento en que, por segunda vez consecutiva, volvió a perder la presidencia.
El tiempo en que el futuro político de AMLO pende de un hilo, parece haberse definido y en el que feneció su intentona de lucir la banda presidencial.
Tal vez, el día en que murió su idea crear y expandir su “República Amorosa”.
La jornada electoral será recordada como la que tuvo en las boletas de votación a la primera mujer candidata a la presidencia, Josefina Vázquez Mota (JVM), quien, lamentablemente para ella, llevó a su partido hasta el tercer lugar de la elección.
Como la fecha en que el PAN se convertirá en la tercera fuerza política de México.
Será la primera campaña presidencial que generó un estallido ciudadano y que logró un boom en las redes sociales.
Los comicios en los que muchos priistas, panistas, perredistas, petistas, verdes y políticos de distintos partidos, cambiaron de camiseta. Se recordará como el día en que terminaron las traiciones y llegó el arrepentimiento.
La elección presidencial del primero de julio pasará la historia por ser, tal vez, la más limpia de todas, la menos violenta y en la que más se confió en el árbitro de la contienda, el IFE.
En Puebla, en particular, la jornada electoral arrojó muchas sorpresas.
EPN y AMLO fueron los protagonistas de la historia. Ambos arrastraron a sus candidatos al triunfo sin necesidad, incluso, de que éstos hicieran campaña, caso particular del amoroso Peje.
En Puebla, el PRI se declaró triunfador, a pesar del entreguismo de su dirigente estatal, Fernando Morales Martínez, quien actuó conforme a sus intereses personales y no partidistas, se lo dictaron.
Sorpresivamente, AMLO, ganó la capital del estado y dejó muchos damnificados. Ni siquiera Enrique Dóger Guerrero, candidato a diputado federal por el Distrito VI, ganó, tal y como se había pronosticado.
La izquierda se llevó los cuatro distritos de Puebla y el PRD fue el ganador de la contienda electoral en la ciudad. Gran sorpresa generó que candidatos, como Gabriela Viveros González, candidata del Distrito XII y de la izquierda, lograra su curul en la Cámara de Diputados.
Hasta el cierre de esta edición de Posdata, el resultado sobre las candidaturas a diputados federales señalaba que el PRI había logrado la mayoría de los distritos, un total de 9 (I, II, III, IV, V, VII, VIII, XIII y XVI), seis más para la izquierda (VI, IX, X, XI, XII y XIV) y sólo uno para el PAN (el XV).
En el caso del Senado, no hubo cambios: Blanca Alcalá Ruiz, del PRI-Verde; y Manuel Bartlett Díaz, del Movimiento Progresista, se disputan el primero y segundo lugar, ya con su curul asegurada.
La sorpresa fue para Javier Lozano Alarcón, el soberbio candidato del PAN, quien se fue hasta el tercer lugar y figuró como el derrotado.
Ahora, la elección presidencial cambia el panorama político nacional y local de muchos estados. Y Puebla no es la excepción, pues los comicios presidenciales de ayer serán la punta de lanza del PRI para la contienda local que se avecina el próximo año.
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