Alfonso González
Algo más tiene que hacer el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas para evitar que los constantes escándalos que agobian a su administración, así como el reacomodo que se ejecuta ya en su gabinete, derivado del mal resultado electoral para su partido obtenido el 7 de junio pasado, afecten su futuro político-electoral.
Los riesgos de quedarse quieto son muchos y podrían repercutir directamente en el proyecto presidencial de 2018, por lo que debe actuar de inmediato.
De entrada, el mandatario entendió bien que ya era necesaria y urgente una limpia entre los cuerpos de seguridad de primer y segundo nivel por aquello de la grave corrupción descubierta entre sus filas.
Es, además, urgente una limpia total en las áreas operativas de seguridad.
La remoción de Facundo Rosas Rosas era inminente por muchas razones ya que generaba más conflicto político-social y polarización en el estado que cualquier otra cosa.
Era inadmisible saber que un secretario de Seguridad pudiera generar más encono e inseguridad a la población en general que credibilidad.
Y es que a partir del tema Chalchihuapan, los cuerpos de seguridad en Puebla entraron en una etapa difícil que los puso en el ojo del huracán, particularmente por las formas de los operativos, por su poca credibilidad y confianza, y por los antecedentes violentos y agresivos del entonces secretario de Seguridad Facundo Rosas.
De allí se le vinieron en cascada al gobierno una serie de críticas públicas severas por no haber aplicado mano dura a sus elementos, a quienes se les salió de control la manifestación de pobladores de San Bernardino Chalchihuapan.
Así que el reacomodo en la administración estatal tendría que seguir si es que el mandatario desea continuar resarciendo la imagen negativa que le ha acarreado este perfil de funcionarios especialistas en meterse en problemas.
Si el gobernador Moreno Valle Rosas desea eliminar sus negativos y cerrar con broche de oro su sexenio tiene que empezar, de una vez por todas, la famosa “operación cicatriz”.
Debe dejar de lado los conflictos y disputas con la prensa local, con sus enemigos políticos cantados, con las organizaciones y grupos ciudadanos, esos que de alguna u otra forma han sido agraviados.
Aún hay tiempo.
Está comprobado que en la guerra política el morenovallismo puede ser imbatible pero su vigencia en Puebla está por terminar y sobre eso precisamente se debe actuar.
El gobernador poblano por fin vio los focos amarillos que se encendieron en Puebla, en el área de seguridad particularmente, luego de la detención de sus jefes policíacos (el ex director de la Policía Estatal Preventiva, Marco Antonio Estrada López, y el ex jefe del Grupo de Operaciones Especiales (GOES), Tomás Mendoza Lozano, por corrupción y delincuencia organizada.
Sin embargo, también debe poner orden y tomar decisión por casos como el de Armando Guerrero Ramírez, ex consejero presidente del Instituto Electoral del Estado (IEE), quien fue obligado a renunciar a su cargo por carecer de cédula profesional para amparar y respaldar las funciones que desempeñaba.
Por la omisión del Congreso que avaló su cargo y nombramiento.
Debe terminar su abierta pelea con el PAN tradicional (el Yunque), grupo que colaboró para empoderarlo y llevarlo a donde está.
Tienen que cesar las persecuciones, encarcelamientos de opositores a su gobierno; los despidos masivos de burócratas los cuales en nada ayudan a su proyecto presidencial.
El gobernador debe dejar atrás el rencor si quiere algún día ser presidente de la República.
Necesita, además, mostrar su lado sensible para volver a legitimarse porque ni todo está tan bien, ni todo está tan mal en su gobierno.
Ahora que el gobernador Rafael Moreno Valle volvió de sus vacaciones y retomó sus actividades debería aprovechar para darle un giro a la imagen de su administración con acciones contundentes, como la remoción de Facundo Rosas, para evitar que una debacle lo arrastre junto con muchos de sus aliados.
Debe entender que la oposición ahora puede sumarse en un solo frente, encabezado por el PRI, que podría hacerle la guerra y costarle muy caro.
El gobierno federal, la ciudadanía, ya le envió un aviso en los comicios federales pasados.
Perder el 2016 significaría prácticamente una hecatombe y una derrota anunciada para el morenovallismo en el 2018.
El gobernador Rafael Moreno Valle debe, como dice el dicho, renovarse o morir.
En Twitter: @poncharelazo
