Alfonso González
Por enésima ocasión, el Instituto Electoral del Estado (IEE) vuelve a ser el centro del escarnio público a causa de los escándalos de uno de sus titulares, de sus protagonistas, en particular del ahora ex consejero presidente, Armando Guerrero Ramírez.
El pecado: al parecer haber mentido al Congreso del Estado -Poder Legislativo del Estado- y falsificado el título de abogado para poder asumir el cargo que asumió en 2012.
Afortunadamente para el IEE ya en unos días y meses fenecerá su vida como organismo en el estado para convertirse en un Organismo Público Local Electoral, regulado por el Instituto Nacional Electoral (INE) y no por los diputados poblanos.
Eso sí, el escándalo parece haber escalado los niveles más altos y amenaza con derivar en consecuencias graves que alcanzarían no sólo al presunto implicado sino hasta los legisladores que aprobaron su designación como titular del IEE.
Cosa que, hay que reconocer, no sería extraña si es que se decidiera aplicar la ley a secas por el presunto delito de usurpación de funciones.
Armando Guerrero, hay que reconocerlo, tiene mucho que explicar al respecto ya que las dimensiones de su fraude son exorbitantes e implican una investigación profunda sobre los diputados de la LVIII Legislatura, quienes aprobaron su nombramiento, sobre quien o quienes lo recomendaron o propusieron para ser postulado como titular del IEE y sobre quien o quienes lo mantuvieron al frente del organismo al que renunció apenas la noche del domingo pasado.
Y es que si Guerrero Ramírez carece de título de abogado y si esto se comprueba entonces habría sido lógica su incapacidad para llevar a buen puerto los trabajos y el quehacer del organismo electoral que presidió, insisto, desde hace tres años.
El tema que habría que destacar, detonado por la aparente trampa del ex funcionario electoral, es la parcialidad con la que se condujo en las funciones que desempeñó como representante del IEE, principalmente en los procesos electorales que le tocó vigilar.
En ese sentido, salta a la memoria el proceso electoral del 2013 cuando se organizó la elección para designar a los 217 presidentes municipales que están en funciones, así como a los 41 diputados poblanos que integran la LIX Legislatura.
En resumen, sólo para poner el dedo en la llaga y dejar a la especulación el resultado de aquellos comicios en los que el PAN salió prácticamente victorioso y con mayoría en el Congreso y en la renovación de los ayuntamientos, habría que subrayar que esas elecciones, entonces, no se celebraron con un árbitro legal y legítimo.
Esto, por supuesto, si se pone en la mesa del debate sacaría chispas y pondría en mal a las instituciones del estado, particularmente a la representada por el Poder Legislativo.
Así que en este escándalo mucho tienen que explicar los ex diputados locales y aquellos que postularon la designación de Armando Guerrero como consejero presidente del IEE.
Empero, hay que recordar que el escándalo provocado por Armando Guerrero en el IEE sólo es uno de muchos que tuvo que soportar la estructura del propio organismo durante toda su historia.
Algunos de éstos fueron protagonizados por el celebérrimo ex presidente consejero, Jorge Sánchez Morales, y el ex consejero Víctor Cánovas Moreno.
El primero, quien fue el consejero de cabecera del sexenio marinista, también escandalizó en el IEE y metió en serios aprietos a la institución debido a sus malas prácticas como funcionario electoral.
Sus escándalos pasaron de lo sublime a lo grotesco.
Y es que Jorge Sánchez, además de haber sido acusado de ser un presidente parcial que favoreció los intereses del gobierno en turno, también fue acusado de utilizar los recursos humanos, económicos y materiales para beneficio propio.
La camioneta que le fue asignada para su uso como titular del IEE, por ejemplo, la utilizó como transporte escolar para gozo de su familia.
Además, se le sorprendió durmiendo plácidamente en las oficinas del organismo. Lo mismo removió funcionarios aplicando criterios personales y no laborales, hay muchos ejemplos que podrían mencionarse, como hizo y deshizo en el organismo a su antojo.
Jorge Sánchez se peleó con todo mundo en el IEE y se echó encima a consejeros y empleados por su irracionalidad.
El segundo, Víctor Cánovas, tuvo que renunciar al cargo de consejero luego de haber sido descubierto haciendo proselitismo a favor de Gustavo Madero Muñoz, hoy líder nacional del PAN, en Tlaxcala y Nayarit.
En aquella ocasión, Cánovas también argumentó razones “personales” para dejar su cargo, igual que Armando Guerrero, y siguió el mismo patrón para renunciar y abandonar el IEE.
Y como éstos podrían señalarse muchos otros escándalos propiciados por los excesos, parcialidad, engaño, trampa y soberbia de los protagonistas del IEE, organismo que está por pasar a la historia de Puebla como una de las instituciones más corruptas y escandalosas.
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