Alfonso González
Qué tanta influencia seguirá teniendo el ex gobernador Mario Marín Torres, mejor conocido en el ámbito político nacional como “El Góber Precioso”, en el PRI poblano, en su Comité Ejecutivo Nacional, en Puebla y entre los poblanos.
¿Cuánto pesa políticamente?
¿Qué tan poderoso es económicamente?
¿Cuántos aliados, reales, tiene?
¿Cuánto pesará en el proceso electoral del 2016?
¿Tendrá margen de maniobra en la designación del candidato a la minigubernatura?
¿Será su decisión algo determinante?
¿Qué tan influyente y poderosa sigue siendo su corriente?
Todas estas preguntas y muchos otros cuestionamientos más son los que uno debe plantearse para tratar de entender el futuro del marinismo, de cara a los comicios que se aproximan en el 2016 y el 2018.
Y es que el marinismo se sigue reagrupando y jura que viene con todo por la revancha.
Sin embargo, existen otras interrogantes que el propio marinismo y su padre, Mario Marín, deben responderse para actuar en consecuencia de acuerdo a sus necesidades para lograr su cometido.
Porque está claro que las elecciones del pasado 7 de junio no son un referente para decir que el marinismo está vigente y de regreso en la lucha por el poder político de Puebla.
Contrario a esto, esta corriente del priismo parece que apenas logró lo mínimo como para empezar a tratar de recuperar lo que cedió en el 2010 a cambio de una evidente impunidad tras su escandaloso paso por el gobierno.
Porque, ¿cuánto ganó el marinismo con el resultado electoral que arrojó el pasado 7 de junio?
Vamos, ¿ganó algo?
Se dice que lo único que pudo lograr el marinismo en los comicios federales pasados fue el Distrito 11 con la hoy diputada federal electa Graciela Palomares, a quien habría patrocinado toda su campaña.
Lo cierto es que la misma legisladora niega y reniega que al marinismo le deba el triunfo, más bien se lo adjudica a su trato amable, a su acercamiento con la gente, a la molestia, al descontento ciudadano con el actual gobierno y a la campaña de tierra que ella personalmente hizo.
La diputada Graciela Palomares, eso sí, logró simpatía e hizo química con la gente pero si reniega del marinismo es por algo.
En el caso del diputado electo por el Distrito 12, Víctor Manuel Giorgana Jiménez, este priista también ha desdeñado al marinismo, a su líder y a todas sus huestes.
Giorgana, hay que decirlo, está convencido que su potencial político electoral es real y le alcanza en una de esas para llegar al Ayuntamiento de Puebla como presidente cuando se dé el momento de renovarlo.
El marinismo dicen que volvió a la vida pero, insisto, ¿en qué medida?, ¿cuánto?
Si analizamos a fondo, se tiene que ver que al marinismo se le fueron sus mejores hombres, aquellos que lo fortalecieron en sus años mozos, en los momentos difíciles.
Ya el diputado federal Javier López Zavala, la mano derecha y ejecutora de Mario Marín y su corriente, no están con él.
Alejandro Armenta Mier, diputado federal electo del PRI por el distrito de Tepeaca, es hoy un priista independiente que ya pertenece a otra corriente, al lastirismo.
Armenta está sumado al grupo que lidera Juan Carlos Lastiri Quirós, subsecretario de Sedesol federal; y al que también perteneceJuan Manuel Vega Rayet, delegado federal de Sedesol; así como Alberto Jiménez Merino, delegado de Sagarpa.
Ese grupo parece incluso más fuerte que el propio marinismo aunque el mentado góber precioso esté reforzado por personajes de la talla de Enrique Doger Guerrero y Blanca Alcalá Ruiz, ambos legisladores priistas.
Hay que decir, a propósito, que cualquiera de los dos, tanto Enrique como Blanca, tienen intereses propios y sólo ven al marinismo como un trampolín para escalar y lograr sus aspiraciones políticas personales.
Así que pensando en qué hombres y mujeres pueden revivir al marinismo para que éste regrese al poder en Puebla parece muy complicado mencionar algunos.
Sobre todo si recordamos que en los últimos días muchos priistas se han sacudido el fantasma del marinismo por aquello de las cochinas dudas.
Será interesante ver quién se la juega con el marinismo y el góber precioso.
Porque en la política poblana, como dijera el clásico, nadie sabe para quién trabaja.
¿O me equivoco?
En Twitter: @poncharelazo


