Alfonso González
Como salidos de la chistera, más y más priistas se siguen sumando a la ya de por sí abultada lista tricolor de aspirantes a la candidatura al gobierno del estado en el 2016, la mentada minigubernatura.
Algunos, hay que decirlo, sólo parecen un chiste; otros, sí, parecen tener muchas posibilidades.
Sin embargo, hay priistas que están dispuestos a morirse en la raya con tal de ser el bendecido por los dioses.
En la carrera parejera del PRI, por la famosa minigubernatura, no hay duda que va a correr sangre.
Enrique Doger Guerrero, el aún diputado federal del PRI, por ejemplo, está empecinado en quedarse con la candidatura cueste lo que cueste.
En público y en privado ha dicho que tiene todo para ganar la próxima contienda electoral a fin de poder destronar al morenovallismo del gobierno del estado, su antiguo aliado.
Recientemente, a pesar de haber permanecido callado, muy pasivo y hasta condescendiente con la actual administración estatal durante lo que va del sexenio, el legislador por fin despertó de su muy suspicaz letargo y se abalanzó en contra del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.
Y a Doger se le puede o no creer todo lo que dice pero lo que es un hecho es que venderá muy pero muy caro su amor si es que el PRI decide no postularlo como su candidato.
Y es que aunque parezcan pocos 20 meses para gobernar Puebla y asumir las riendas de la administración estatal, en un periodo que en realidad no servirá de mucho a quien lo asuma, políticamente hablando el cargo le ayuda de mucho a cualquiera.
En ese sentido, sobra decir que las razones son muchas para pronosticar los graves conflictos que le esperan al PRI por la designación de su próximo candidato.
De entrada hay que subrayar que los dos competidores más fuertes para quedarse con la postulación son el mismo Enrique Doger y la senadora Blanca Alcalá Ruiz, quien está metida en la puja y quien parece, también, ser la favorita de la mayoría priista aunque a la fecha no haya nada claro.
Las estructuras de ambos parecen las más sólidas, y la de la senadora parece llevar la ventaja.
Empero, a esta próxima batalla interna del PRI se va a sumar un elemento que parece aún no haber sido tomado en cuenta: la ambición política y aspiración desmedida de algunos de sus militantes, aquellos que pretenden hacer creer que políticamente valen algo.
Allí está el caso de José Chedraui Budib, quien ya se promueve en varios medios a pesar de ni siquiera ser tomado en cuenta como un serio aspirante al gobierno del estado.
La intentona de Pepe Chedraui es meterse por la buena o por la mala a la justa priista de cara al 2016. Para ello, desde que apareció en la escena pública de Puebla empezó una infinita campaña que parece no tener rumbo claro.
Y es que primero quiso la candidatura al Ayuntamiento de Puebla en 2013, cuando Enrique Agüera Ibáñez, ex rector de la BUAP, le ganó la postulación.
En aquel momento, recuerdo, el diputado priista sostuvo que no aceptaría premios de consolación y al final terminó siendo diputado.
El priista, hay que decirlo, se ha visto muy tibió en su postura como legislador de oposición en el Congreso; más bien ha figurado como un diputado excesivamente dócil que ha dejado pasar las buenas coyunturas para mostrarse.
Su cargo como dirigente municipal del PRI en Puebla sólo ha servido para hacer una burda campaña por toda la capital del estado.
Se dice que los planes del diputado tienen la intención de hacerlo competir por la candidatura a la minigubernatura para entonces ceder su postura e intentar negociarla a cambio de la próxima candidatura a la presidencia municipal de Puebla.
La intentona es evidente y sigue la lógica del diputado.
A ver cómo le va.
Lo cierto es que la familia priista se va a agarrar del chongo dentro de poco por la tan anhelada minigubernatura.
Aún falta imaginar que reacción tendrán Javier López Zavala, diputado federal; Alberto Jiménez Merino, delegado de Sagarpa; Juan Manuel Vega Rayet, delegado de Sedesol; más todos los que se acumulen en la disputa por la tan codiciada candidatura.
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