Alfonso González
Qué pasaría si de cara al proceso electoral local del 2016 el gobernador Rafael Moreno Valle Rosas (RMV) decidiera no pactar, ni negociar, ni reconciliar, su relación con la de sus enemigos, particularmente en el PAN, con los yunquistas.
¿Cuál sería el panorama?
¿Cuál sería el resultado?
Y es que el mandatario ha dicho recio y quedito que los yunquistas, el ala ruda del PAN, no se van a salir con la suya ni mucho menos se van a burlar de él.
Está decidido a no permitir que Rafael Micalco Méndez, actual dirigente panista en Puebla, ni se reelija ni mucho menos imponga a unos de los suyos en el cargo.
El gobernador poblano está decidido a no pactar con el PAN tradicional en Puebla como lo hizo en el 2010 para poder llegar a Casa Puebla.
Lo que ya hizo es irse por la libre en lo que será la elección nacional interna panista del mes de agosto para elegir al sucesor de Gustavo Madero Muñoz.
Su gallo, como todo mundo lo sabe, se llama Ricardo Anaya Cortés.
Pero, ¿y si el camino al 2016 se sigue complicando?
¿Y si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación decide echar abajo las afiliaciones masivas?
¿Y si la crecida resurrección del PRI en Puebla se sigue apuntalando, organizando y madurando?
¿Y si Jesús Giles no cuaja y no es aceptado entre la militancia panista del ala dura?
¿Y si Eduardo Rivera Pérez, ex edil capitalino, sigue aglutinando amigos y patrocinadores para crear una plataforma que le permita llegar al 2018 con una sólida estructura económica, humana y política?
¿Y si el camino al 2016 se sale de control y se le complica más de lo debido al morenovallismo?
¿Y si sus pupilos se siguen poniendo el pie, denostando y trompicando entre sí por arrebatarse el poder y los cargos que les permitan perpetuarse en el poder y en el erario?
No cabe duda que las alarmas y los focos amarillos están encendidos para el grupo en el poder.
Sin embargo, aún parece que es tiempo de recomponer las cosas para que el morenovallismo trace una ruta limpia al 2016, y se organice para enfrentar unos comicios que bien pudieran ser pan comido si así lo quieren.
Si la operación cicatriz no llega entre el Yunque y la nueva familia panista, entre el morenovallismo y un determinado sector social en Puebla, todo puede suceder.
La elección del pasado 7 de junio sólo fue un aviso.
Porque existe aún un factor todavía más grave que pudiera complicarle las cosas al gobernador y a su grupo en el futuro inmediato.
Y es ¿qué pasaría si el Yunque se alía al PRI?
Es decir, ¿qué pasaría si RMV decide nunca más volver ni a dialogar, ni a negociar con sus antiguos aliados y se declara la guerra a muerte al Yunque y a otros enemigos que se han ido agrupando?
Tan sólo en el PAN, el del Yunque, están convencidos de no apoyar ninguna disposición morenovallista hasta que se logren acuerdos concretos con el gobernador del estado.
Los panistas opositores al grupo morenovallista tienen claro que al fin y al cabo ellos no tienen absolutamente nada que perder si la elección del 2016 resulta en manos del PRI.
Contrario a esto, ahora ya están asumiendo una actitud complaciente con algunos priistas, a quienes ya les hacen ojitos.
Están conscientes de que si el PAN como marca pierde el poder en el estado en la elección entrante prácticamente estaría perdido el 2018 y el poder, entonces, regresaría a manos del Revolucionario Institucional.
Porque, insisto, los panistas conservadores dicen que ellos ya no tienen nada que perder.
En Twitter: @poncharelazo