Alfonso González
Algo tiene que hacer el poderoso presidente del Senado, el legislador perredista y poblano Luis Miguel Barbosa Huerta, para poner orden en su partido en Puebla y meter en cintura a sus fieles vasallos.
Sobre todo ahora que la bronca entre “Los Chuchos” y el Frente de Izquierda Progresista (FIP), corriente propiedad de Barbosa, están enfrascados en una guerra sin cuartel que ya dejó un primer saldo negativo al sol azteca.
Y es que la división, las diferencias y el pleito casado entre estas dos corrientes mandaron a su partido hasta el quinto lugar como fuerza política local en Puebla -por debajo del Partido Nueva Alianza- por haber obtenido apenas 84 mil 709 votos, el 04.87% del total de la votación.
En ese sentido, habrá que subrayar que Morena, el partido de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), fue el que capitalizó la escisión perredista en los ámbitos local y nacional.
El movimiento lopezobradorista se consolidó como uno de los grandes triunfadores de los comicios federales pasados, toda vez que al menos en Puebla se posicionó como la tercera fuerza política con una votación de 158 mil 695 sufragios, lo que le dio el 09.14% del total.
El caso es que al PRD le llueve sobre mojado y ya no sabe ni por dónde.
Empero, la desdicha del sol azteca va más allá porque sus líderes en el estado se están disputando la dirigencia de su partido y lo que queda del búnker perredista.
Si Luis Miguel Barbosa no interviene y pone en orden su casa política en Puebla entonces corre el riesgo de quedarse sin partido, sin franquicia y sin la marca para poder disputar la gubernatura del estado como tanto anhela.
Para colmo de males los perredistas siguen siendo los mismos de antes, pues ellos sólo se dejan llevar por la corriente de los partidos más grandes, de su aliado el PAN, y de las coyunturas político-partidistas para sacar raja política a su favor.
No se han dado cuenta que son ellos mismos, sus divisiones, su ambición, sus guerras internas y vanas son las que están acabando con lo que queda de su partido.
Hoy existen tres grandes frentes en el PRD que se sienten los dueños de todo y que no van a ceder ni un centímetro de lo que piensan es de su propiedad en el sol azteca, sus líderes son: Carlos Martínez Amador, diputado perredista y discípulo de Luis Maldonado Venegas, consejero nacional; Socorro Quezada Tiempo, dirigente estatal perredista, y Eric Cotoñeto Carmona, líder del FIP.
Entre Carlos Martínez y Socorro Quezada ya se dieron varios desencuentros, durante y después de la elección federal.
Uno a otro se acusa de ser los responsables del descalabro sufrido en los comicios del 7 de junio pasado.
Sin embargo, Socorro Quezada también está distanciada de Eric Cotoñeto, a quien le restó poder una vez que llegó a la presidencia estatal perredista.
Los discípulos de Barbosa se odian y cada que pueden se ponen el pie.
Todo esto mete en serios aprietos al PAN morenovallista, aliado de los perredistas barbosistas, quienes hoy valen lo mismo que una moneda de mil pesos.
Así que aunque el PRD poblano esté dispuesto a aliarse con el morenovallismo en los comicios que se avecinan para llevar a Tony Gali, presidente municipal de Puebla, a Casa Puebla como el minigobernador de un año ocho meses, quien sabe ya qué tanto convenga esto al panismo dominante en el estado.
Porque si hay algo cierto en todo esto es que el único que podría unificar las fuerzas perredistas en Puebla es el edil capitalino, quien está perfilado para suceder en el cargo al gobernador Rafael Moreno Valle Rosas.
Eso sí, las circunstancias políticas actuales cambiaron y la elección local que se avecina va a ser de vida o muerte entre el PRI y el PAN.
Será a ganar o morir.
El triunfo que obtuvo Tony Gali en el 2013 para hacerse de la presidencia municipal se debió a factores que ya no volverán a repetirse, por lo que su ruta para llegar a Casa Puebla debe ser quirúrgica.
Y es que las complicaciones para lograrlo son muchas pues hoy están las coaliciones, las divisiones panistas, las disputas en el equipo morenovallista, los aliados endebles de los que se podría echar mano, Morena, las candidaturas ciudadanas, el hartazgo de la gente a muchas decisiones gubernamentales, la intervención del gobierno federal para favorecer al PRI, la derrota panista en la elección federal pasada, el triunfo priista y el segundo aire de sus protagonistas, entre algunos otros factores.
Ante este escenario me pregunto: ¿Vale la pena llevar de aliado al PRD?
¿Y si Tony Gali se va por la libre y decide ser un candidato independiente?
¿Le convendría?
En twitter: @poncharelazo
