Alfonso González
Es imposible dejar de comparar los escándalos sangrientos registrados en San Pedro Cholula y Chalchihuapan, toda vez que en ambos se registró una lamentable muerte provocada por la brutalidad policiaca.
Los dos casos son muy parecidos.
En ambos, insisto, se registraron acciones desmedidas de violencia que derivaron en las muertes de un menor de edad, José Luis Tehuatlie Tamayo, y Ricardo Cadena Becerra, quienes sin deberla ni temerla dejaron de existir a causa de dos proyectiles que los impactaron en la cabeza.
En el primero de los casos, el del menor de apenas 13 años de edad, el deceso se dio a causa de un traumatismo severo provocado, dicen, por una bala de goma, o por un petardo.
El segundo, el del supuesto graffitero según el presidente municipal de San Pedro Cholula, José Juan Espinosa Torres, falleció luego de recibir en la nunca un balazo del arma de cargo -ya comprobado- del subdirector de la Policía Municipal de la comunidad, Jaid Mothe Hernández.
Evidentemente, en los dos momentos se dieron acciones de violencia excesiva y desmedida que llevaron a la muerte a un niño y a un joven, quienes su único pecado fue estar en el lugar equivocado y en el momento equivocado.
Durante ambos sucesos se vieron involucrados, o al menos fueron testigos de los hechos, más de un policía.
También, tanto en el caso de San Pedro como el de Chalchihuapan los hechos intentaron ocultarse por un momento para, aparentemente, pensar en poder alivianar o resistir la crisis que se vendría por lo ocurrido y por las muertes de las dos personas.
Me pegunto, ¿cuál de los dos casos es más grave?
¿El de José Luis Tehuatlie (q.e.p.d.), o el de Ricardo Cadena (q.e.p.d.)?
En lo personal creo que tanto uno como otro son igual de delicados por el saldo sangriento.
Lo digo porque si en el caso Chalchihuapan los Porquillo y sus huestes exigieron la renuncia del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas, ¿hoy no tendrían que hacer lo mismo con José Juan Espinosa?
¿O dónde están hoy los corifeos de la justicia y los defensores de los más pobres, quienes defendieron y politizaron el caso Chalchihuapan pero hoy no han dicho nada sobre la muerte de Ricardo Cadena?
¿Ahora quién va a exigir la cabeza y la renuncia de los responsables del artero crimen de San Pedro Cholula?
Insisto, ¿cuál es la diferencia en los dos crímenes?
Es más, ¿hay diferencia en ambos asesinatos?
Da pena que algunos personajes de la picaresca poblana, quienes acribillaron al gobernador del estado por el caso Chalchihuapan, hoy se hagan de lado en el caso de San Pedro y antepongan la incapacidad policiaca como principal argumento y justificación del crimen de Ricardo Cadena.
Los hechos sangrientos en ambos casos son igual de delicados.
Sin embargo, en el de Chalchiuapan los enemigos del gobernador se atrevieron a armar toda una estrategia para manipular y utilizar la desgracia, particularmente, la de la mamá del menor, para tratar de tumbar al mandatario de su puesto.
Obligaron a Elia Tamayo a rechazar la indemnización del gobierno y, al final, la dejaron sola e indefensa; la abandonaron a su suerte.
El caso de Ricardo Becerra, como éste no les deja ganancia política, para qué tocarlo. Por eso no les interesa y por eso, también, no exigen la justicia de conveniencia que tanto pregonan.
Para qué armar un escándalo en San Pedro Cholula si allí no hay negocio, ¿verdad diputada Roxana Luna Porquillo?
¿Dónde están hoy los defensores de los derechos humanos, las instituciones, el Partido Movimiento Ciudadano?
¿Hasta cuándo se van a pronunciar sobre el tema?
De verdad que es muy malo escupir al cielo.
Y de los policías poblanos, como dijera “El Chapulín Colorado”, “¿ahora quién podrá defendernos?”
En Twitter: @poncharelazo