Lo que comenzó como un acto heroico en una playa paradisiaca terminó en una tragedia que hiela la sangre. Alejandro Cortez Gonzalez, un joven turista estadounidense de 20 años, desapareció el pasado domingo en Playa Chac Mool, en Cancún, Quintana Roo, después de lanzarse al mar para rescatar a una amiga que se ahogaba. Lo logró… pero nunca regresó.
Durante más de 70 horas, su paradero fue un misterio. La alerta de bandera roja ondeaba en la zona hotelera de Cancún, advirtiendo el peligro del fuerte oleaje, pero la imprudencia juvenil y el instinto de protección fueron más fuertes.
Fue hasta la tarde de ayer miércoles, alrededor de las 17:00 horas, cuando el mar, caprichoso y cruel, decidió devolver parte de la verdad. Turistas que caminaban frente al Condominio Portofino, en el kilómetro 9.5 del Bulevar Kukulcán, se toparon con restos humanos arrastrados por la marea.
Primero, solo un cuerpo mutilado. Luego, la confirmación del horror, pues los guardavidas se percataron de restos extraños y se llevaron la sorpresa de que eran huesos con la cabeza intacta. Las autoridades sospechan que el cadáver fue devorado por tiburones.
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La Policía Turística y elementos de la Guardia Nacional acordonaron el lugar. Los peritos de la Fiscalía General del Estado (FGE) realizaron el levantamiento del cuerpo, que fue trasladado al Servicio Médico Forense (Semefo) para su identificación oficial mediante ADN y registros dentales.
Extraoficialmente, se ha señalado que los restos sí corresponden a Alejandro, originario de Saginaw, Michigan, Estados Unidos. El joven había sido reportado como desaparecido desde el 20 de abril, y su imagen circuló en redes sociales mientras su familia rogaba por noticias.
La madre del joven, Renee Gonzalez, compartió un desgarrador mensaje en Facebook:
“Mantuvimos la esperanza, y oramos por un milagro. Aunque el resultado no fue lo que queríamos, Dios respondió a nuestras oraciones. El cuerpo de Alejandro ha sido encontrado, Matt y yo vamos a poder traer a nuestro bebé a casa”.
Los padres de Alejandro no han podido viajar a México debido a la falta de pasaportes, por lo que han seguido el proceso desde Estados Unidos.
“Vamos a seguir aceptando donaciones… vamos a necesitar ayuda con los gastos para traerlo a casa”, escribió también Renee.
El caso ha generado conmoción tanto en México como en Estados Unidos, y ha llevado a las autoridades a reiterar su llamado a respetar las señales de advertencia en las playas: la bandera roja no es un adorno.
“Desafortunadamente, el desenlace confirmó la gravedad de ignorar las señales de seguridad en playas”, indicaron voceros de Protección Civil.
Mientras se esperan los resultados oficiales de identificación, el mar Caribe guarda silencio. La tragedia de Alejandro no sólo sacudió a quienes lo conocieron, sino que deja una lección dolorosa para todos los que subestiman su fuerza.