Docenas o tal vez cientos de ciudadanos –que están en libertad o en prisión– que tenían programada una audiencia en algunos de los tribunales de Puebla, tendrán que esperar hasta el próximo año, ya que el Poder Judicial se va a paralizar el próximo 19 de diciembre, pese a que oficialmente es un día laborable, debido a que al nuevo presidente del Consejo de la Judicatura, Pedro Antonio Martínez Hernández, se le ha ocurrido organizar un gigantesco “desayuno de fin de año” para todo el personal, que incluye a los que son de confianza y los sindicalizados.
Desde hace un par de días se ha ordenado que se cancelen todas las audiencias que se tenían previstas para el viernes de la próxima semana –que en el calendario oficial no se marca como inhábil– y se reprogramen hasta después del 7 de enero, que es la fecha de finalización del periodo vacacional decembrino.
Todo eso sin importar las consecuencias que implica para mucha gente tener que esperar más de 20 días para que se haga un acto jurídico del que puede depender, entre otras cosas, obtener su salida de una prisión, el decidir la custodia de un hijo o evitar que un agresor se acerque a una víctima de violencia de género.
Con esa decisión se muestra un desprecio hacia la población justiciable, es decir, quienes están sometidos a la acción de un juzgado.
Una situación grave si se toma en cuenta que el aparato de administración de justicia en Puebla es lento, ineficiente, corrupto y complicado. Y ahora se debe agregar el deseo de armar “una pachanga” por encima de los deberes que se tienen que cumplir en este poder público.
Todos deben ir en “bussines casual”
Algo que llama la atención en la invitación oficial que mandó a elaborar el recién estrenado presidente del Consejo de la Judicatura, es que se destaca que los humildes trabajadores del Poder Judicial, si quieren que los dejen entrar al desayuno, es obligatorio que cumplan con el siguiente requisito: “CÓDIGO DE VESTIMENTA: BUSSINES CASUAL” (sic).
Si ya de por sí los tecnicismos y la forma en que se redactan las resoluciones en el Poder Judicial son incomprensibles para el grueso de la población, ahora resulta que en el ámbito de los jueces y magistrados también ya se habla en “pocho”, que es el uso del lenguaje con modismos estadounidenses.
Eso explica que se use pomposamente la frase “bussines casual” –que traducido significa ir vestido casual para “hacer negocios”– para decirle a la gente que vayan vestidos como siempre lo hacen, con humildad. O eso parece que se quiere decir con esa frase propia de la forma de hablar de los “juniors de la política”.
Todo apunta a que este evento, convocado a las 8:00 de la mañana del 19 de diciembre en el Centro Expositor de Puebla, es un intento de Pedro Antonio Martínez Hernández de quererse legitimar, luego de que hace tres semanas fue electo como presidente del Consejo de la Judicatura en medio de muchos cuestionamientos que desconciertan a propios y extraños, dentro y fuera del Poder Judicial.
Pedro Martínez Hernández llegó al máximo cargo del Poder Judicial sin tener una carrera en el ámbito de la impartición de justicia, sin contar con la edad y los años de experiencia profesional que se le exigen a un aspirante a magistrado, sin una formación académica sólida y sin un proyecto para combatir las practicas viciosas que caracterizan a este poder público.
De acuerdo con los mensajes que este columnista ha leído en algunas cuentas de WhatssApp de trabajadores del Poder Judicial, la organización de ese desayuno en lugar de ser recibido con agrado acaba de agraviar a los empleados y funcionarios de los juzgados.
Esa reacción obedece a algo claro: desde hace tres años existe un fuerte malestar entre el personal del Poder Judicial por las condiciones de precariedad laboral, junto con la falta de insumos básicos en las salas de impartición de justicia.
Muchos de quienes se desempeñan laboralmente en los juzgados, así como en las salas, cobran salarios que no llegan a los 8 mil pesos mensuales y no gozan de seguridad social, además de que no tienen contratos de largo plazo. Además, les exigen una vestimenta “pulcra”.
De nada han servido las protestas, las peticiones de mejoras salariales, que se han hecho con tres gobernadores. Nadie les hace caso.
Y ahora en lugar de que se les ofrezca alguna mejora laboral, el Consejo de la Judicatura decidió hacer un gasto oneroso en un enorme desayuno en el que se ofrece que habrá “regalos para todos”.
El comentario generalizado es: “con un tostador o un exprimidor de jugos no resuelvo mis gastos”.
En muchos juzgados, sobre todo los del interior del estado, por lo general no hay papelería suficiente, agua potable y tinta para las impresoras.
Eso lleva a que los empleados, aparte de ganar poco, estén más preocupados en pedir “cooperaciones” a los usuarios de los juzgados para juntar dinero, comprar lo insumos y poder hacer su trabajo.
Tal situación pasa a diario, pero a los miembros del Consejo de la Judicatura les interesa más armar “una pachanga” que se podía haber realizado fuera de los horarios de trabajo.




