Exactamente hace dos años fue destituido Sergio Herrera Vázquez como secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores del Seguro Social (SNTSS), en la sección 1 que corresponde al estado de Puebla, luego de que una auditoría arrojó resultados negativos en su contra en donde se exponían múltiples anomalías financieras cometidas con las cuotas de los agremiados. Lo lamentable de ese hecho es que se le sancionó al exdirigente con su remoción y suspensión de derechos sindicales, pero su caso nunca fue llevado a la justicia, al ámbito penal, como correspondía por supuestamente abusar del dinero que aportan médicos, enfermeras y demás personal del IMSS.
Lo acontecido en la sección 1 del SNTSS es un ejemplo de la impunidad y de los abusos que se cometen en los sindicatos, en donde nunca se castiga penalmente a un dirigente por apropiarse o dar un mal manejo a las aportaciones económicas de los trabajadores.
En Puebla, por lo menos en los últimos 35 años, nunca se ha llevado ante la justicia penal a algún dirigente gremial, sin importar que sea público y descarado el enriquecimiento que logran.
Siempre se aplica la máxima de que “la ropa sucia se lava en casa”, lo que ha provocado que no haya freno a la corrupción y el robo en las organizaciones de representación laboral.
Hace unos años hubo un caso célebre de un dirigente de la sección 51 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que, la primera vez que fue parte de una cartera del Comité Ejecutivo, se quejaba que no le alcanzaba su sueldo de maestro de Educación Física para pagar una tarjeta de saldo en su teléfono celular.
Luego de que terminó su labor –años más tarde– como secretario general del SNTE 51, se acabó convirtiendo en uno de los principales constructores de obra pública en Puebla, Chiapas y Morelos. Actividad en la que se mantiene hasta la fecha, además de ser propietario de varias franquicias de cafeterías y restaurantes.
Se cuenta que un día, la entonces líder nacional del SNTE, Elba Esther Gordillo Morales, convocó a todos los secretarios generales del sindicato de diferentes estados del país para despedirse de ellos, ya que estaban a punto de terminar sus periodos estatutarios. Cuando llegó frente al que era cabeza de la sección 51, le tomó la mano en forma de saludo y apretándola, sin dejar de sonreír y aplicando una mirada profunda, le dijo, palabras más, palabras menos, lo siguiente:
“Sería una vergüenza para el SNTE que uno de sus dirigentes acabe en la cárcel… solo por eso, maestro, usted no terminó encarcelado, qué suerte la de usted y qué mala suerte para los trabajadores que lo tuvieron que aguantar”, para luego soltarle la mano y seguir su camino sin despedirse.
Algo parecido, guardando las proporciones, se habría cometido con Sergio Herrera, porque ahora que ya terminó su periodo estatutario como dirigente y que ya se han cumplido dos años de que lo echaron de la dirección de la sección 1 del SNTSS, nadie conoce el proceso penal que se le debía haber iniciado, de ser ciertos los resultados de la auditoría que “lo tumbó”.
Tampoco se restituyó el dinero que se le observó con supuestas “compras fantasmas”.
Otro aspecto que nunca se llevó a instancias jurídicas era el tráfico de propuestas de trabajo, mismas que –se dice– se vendían hasta en 150 mil pesos cada una y que, en varias ocasiones, se exhibió ese abuso con audios de personas que reclamaban haber pagado y que al final no les habían dado el puesto prometido en el Instituto Mexicano del Seguro Social.
Por cierto, los casi dos años que transcurrieron entre la destitución de Herrera y la elección de una nueva dirigencia sindical, se le hizo un brutal daño al IMSS.
Durante todo ese periodo estuvo cerrada la bolsa de trabajo del IMSS, que le corresponde controlar al sindicato de acuerdo con lo que marca el Contrato Colectivo de Trabajo, lo cual provocó que durante 18 meses no hubiera una sola contratación de médicos, enfermeras, técnicos y administrativos, pese a el fuerte faltante de personal en los hospitales y clínicas del Seguro Social en el estado de Puebla.
Los problemas graves de Sergio Herrera iniciaron el 7 de junio de 2023, cuando en el salón Zavaleta del SNTSS se realizaba el 46 Congreso Ordinario del sindicato.
Ahí, en ese encuentro, el entonces secretario general presentó su informe financiero anual y al 64% de los delegados le pareció una burla lo que decía el documento, por lo que votaron ahí mismo y acordaron destituir al dirigente.
Sorpresivamente, se apareció en el Congreso el líder nacional del sindicato en ese entonces, Arturo Olivares Cerda, quien frenó la defenestración de Herrera y ofreció una auditoría.
Lo que parecía una protección al secretario general local acabó siendo “su tumba”.
La auditoría estuvo lista un mes después y en noviembre de 2023, destituyeron a Sergio Herrera, que emprendió un litigio contra la dirigencia nacional del SNTSS que nunca pudo ganar.
En la investigación que emprendió la dirigencia nacional se reportaba un abusivo derroche de las cuotas de los 14 mil trabajadores del IMSS en Puebla.
Las indagatorias indicaban que no se había hecho una sola mejora a las sedes sindicales y, en cambio, se habrían gastado 2.6 millones de pesos en una fiesta para las enfermeras del IMSS y 2.8 millones de pesos para una fiesta de “juguetes”, destinada para los hijos de los trabajadores.
Al final se indicaba que se habían comprado pantallas de 70 pulgadas, con sobreprecio, y no había el registro a quiénes se les había entregado esos aparatos electrónicos como obsequios del sindicato.
Tampoco se tenía evidencias físicas de que se hubieran adquirido cientos de juguetes y realmente llegaran a las manos de los hijos pequeños de los agremiados del Seguro Social.
También se indicaba que se había descubierto una factura de 1.5 millones de pesos por la compra de uniformes deportivos, mismos que nunca se les repartió a los atletas que participaron en competencias representando al SNTSS.
Al final, todos los abusos quedaron sin un castigo jurídico.

