Las indagatorias al interior de la Fiscalía General del Estado (FGE), que dirige Idamis Pastor, empiezan a señalar a un expolítico que se hace pasar por “traficante de influencias” para conseguir carpetas de investigación y hasta “negociar” la liberación de presuntos delincuentes. Hablo de Jesús Parra Tay, quien, dicen, opera con empresarios y delincuentes de “cuello blanco”, por así decirlo, y hoy está en la mira de las autoridades.
La semana pasada, varios medios de comunicación trascendieron casos de extorsión al interior de la Fiscalía de Puebla contra empresarios.
De inmediato, Idamis Pastor empezó una investigación para saber qué estaba pasando, pues no se puede permitir que se crea que ella está detrás de la liberación de presuntos delincuentes a cambio de fuertes sumas económicas.
En pocos días comenzaron a rodar cabezas. El primero en salir fue el fiscal Especializado en Delitos de Alta Inteligencia, Antonio León Delgadillo, él fue el pez más gordo, pero salieron dos más del área de Recuperación de Bienes Ilícitos, Miguel Islas y Jorge Malvaez.
Yo, la verdad, no me esperaba que un expolítico de poca monta estuviera involucrado, por eso regreso al nombre de Jesús Parra Tay, un expriista y exdirigente del Verde, quien encontró un, por así decirlo, modelo de negocio que creyó infalible.
Pensó que ninguno de sus defraudados iría a contar o trataría de verificar que, en efecto, tenía una carpeta de investigación en su contra.
En complicidad con funcionarios de la Fiscalía, fabricaban y vendían carpetas de investigación en varios cientos de miles de pesos. Después negociaban un proceso rápido para convertir al “culpable” en inocente.
Parra Tay no trabaja ni nunca ha trabajado en la Fiscalía. Finge ser cercano a las autoridades en turno, tener contactos para hacer el negocio y liberarte de casi cualquier delito.
Esta no es la primera vez que este joven, ahora señor, está involucrado en actos delictivos.
En el 2019, cuando era coordinador de Medio Ambiente del gobierno, fue señalado por autorizar más de 100 resoluciones de impacto ambiental y permisos para desarrollos inmobiliarios millonarios, a cambio de millones de pesos.
Lo hizo rapidísimo, según la información que dio en su momento la administración barbosista, en solo dos meses.
Parra Tay no solo hizo negocio con los permisos, también con los espectaculares. Entregó 29 permisos para estos anuncios de forma irregular. También fue acusado de solicitar moches para ello.
Ahora, cuando hablamos de extorsión a empresarios y fabricación de carpetas de investigación falsas, los delitos anteriores parecen menores.
Ahora sí, Parra Tay no podrá librarse de la impartición de justicia.

