A mediados del pasado mes de septiembre, el consejero delegado del Grupo Volkswagen, Oliver Blume, compareció en el IAA Mobility de Múnich, Alemania, y ahí realizó varias relevantes confesiones que ya están impactando en las plantas de la marca en el mundo, incluyendo por supuesto la de Puebla.
En un arranque de sinceridad inédito, Blume dijo que “la fiesta que hemos estado celebrando en la industria del automóvil durante décadas se ha terminado en su forma actual” (sic).
El ejecutivo habló de un tiempo nuevo de “reorientación”, con menos margen y más disciplina, en plena tormenta de aranceles, guerra de precios y transición eléctrica.
Oliver Blume situó el fin de esa “fiesta” en un triple choque: beneficios y precios a la baja en China, demanda tibia en Europa y aranceles de Estados Unidos que están remodelando el tablero global.
Dijo que para las marcas europeas, la competencia de coches eléctricos chinos de menor costo coincide con la obligación de acelerar la descarbonización hacia 2035, lo que fuerza recortes de costes y ritmos de desarrollo más rápidos.
Blume detalló en Múnich que los aranceles estadounidenses (27.5%) han costado varios miles de millones de euros en 2025, golpeando especialmente a Porsche y Audi, que no producen localmente en Estados Unidos.
Señaló que el grupo negocia con el gobierno de Trump un paquete de inversiones que incluya incentivos y estudia fabricación local, incluida una planta para Audi en Estados Unidos, decisión que podría tomarse antes de fin de año. El objetivo es rebajar la exposición a aranceles y fortalecer la cadena de suministro norteamericana.
Blume y VW saben que el tablero asiático tampoco concede tregua.
En China se libra una “guerra de precios” que erosiona márgenes, mientras los fabricantes locales escalan volúmenes. En paralelo, la industria europea prepara una oleada de lanzamientos para intentar recuperar terreno. Solo hasta 2032 se barajan centenares de nuevos eléctricos en las gamas de marcas como BMW, Mercedes, Renault o Volkswagen.
Sí, las palabras de Blume en el el IAA Mobility de Múnich no hacen sino confirmar que el grupo automovilístico alemán Volkswagen se encuentra en un momento crítico.
Y con una dirección que piensa en recortes de personal y cierres de plantas.
Según las estimaciones de Arno Antlitz, responsable de Finanzas del grupo, el consorcio tiene un año o tal vez dos para corregir su situación, comprometido por datos como la caída que ha sufrido en el segundo trimestre de 2024 las marcas Audi, cuyas ventas cayeron un 11.3% en ese periodo, o Volkswagen, que también vio caer la adquisición de sus vehículos un 5.2 por ciento.
Aquí en Puebla el impacto de tal situación ya se está viendo.
Casi mil 100 trabajadores de Volkswagen están en posibilidad de ser despedidos por estos ajustes globales de la marca alemana que atraviesa una crisis frente a la producción de vehículos chinos y la guerra arancelaria de Estados Unidos.
El líder sindical de Volkswagen en Puebla, Hugo Tlalpan, indicó que podría desaparecer un turno en la línea de producción Jetta y Tiguan por lo que mil 093 trabajadores perderían su empleo.
En una entrevista radiofónica, manifestó que están en conversaciones con la armadora para bajar el número de obreros afectados, pero el acuerdo puede tomar “varias semanas”.
Detalló que al momento laboran en la planta de Puebla 7 mil 200 trabajadores de base y ningún eventual.
El tema no es menor y debería estar prendiendo todos los focos rojos, pues meterá al estado en un círculo negativo que, sumado a otros factores socioeconómicos, augura un 2026 bastante complicado.
Recientemente, en una entrevista improvisada, el secretario de Desarrollo Económico y Trabajo de Puebla, Víctor Gabriel Chedraui, reconoció que hay una crisis de desempleo en la entidad.
El panorama se complicará más con los despidos programados en VW.
“La situación es muy grave en Volkswagen”, alertó Ferdinand Dudenhöffer, director del laboratorio de ideas sobre el sector automovilístico Center for Automotive Research (CAR), en declaraciones a El País.
Por su parte, el responsable de personal del grupo VW, Gunnar Kilian, declaró recientemente en un comunicado:
“Sin medidas de alcance para recuperar la competitividad, no podremos permitirnos inversiones futuras”.
Volkswagen, rezagado en la carrera por el coche eléctrico ante otros competidores, vende en Europa 500 mil vehículos menos en Alemania que antes de la pandemia de COVID-19, “lo que significa”, resume el diario Süddeutsche Zeitung, que “no hay suficiente trabajo para tantas personas en tantas fábricas”.
Muchos expertos afirman que la industria no supo adaptarse y sigue anclada en un viejo modelo industrial mecánico que ya no funciona.
Volkswagen, que tiene en México hasta cinco sitios de producción –incluido el de Puebla–, anunció desde septiembre que estaba preparando un drástico plan de ahorro, con el objetivo de reducir en varios miles de millones de euros los costos en sus fábricas alemanas.
La empresa justifica la medida porque necesita reducir los costos para volver a ser competitiva. Pero la decisión viene marcada también por una caída del 64% en las ganancias del tercer trimestre de 2024.
Sí, esta vez se trata de una crisis tremenda, muy profunda.
Ya lo reconoció el mismísimo consejero delegado del Grupo Volkswagen, Oliver Blume:
“La fiesta ha terminado”.