La denuncia de fraude y el retiro que 20 panistas hicieron del proceso de elección de consejeros estatales del PAN poblano –ocurrido el domingo– no fue del todo verídico y en realidad se trató de un intento desesperado del grupo político del exalcalde de la capital, Eduardo Rivera Pérez, de frenar una derrota anticipada de esta corriente interna del albiazul que está sufriendo, desde hace varios meses, el repudio, el alejamiento, de las bases del partido de la derecha.
El anuncio de que 20 miembros del blanquiazul se retiraban de la contienda, por calificarla de amañada, no fue otra cosa que una medida desesperada para evitar una vergonzosa derrota del grupo del excandidato a la gubernatura y para eso, se armó una farsa de fractura interna del PAN.
Fue tan irreal esa ruptura, que de los 20 panistas que supuestamente dejaron de intervenir en la elección, 12 no presentaron a tiempo su carta renuncia o de plano nunca interpusieron el documento para desistirse de participar.
De tal manera que los acabaron votando en el proceso comicial del fin de semana, pese a sus rabietas.
La regla indica que los aspirantes a consejeros no tienen que estar presentes en la asamblea de la elección.
En ese sentido, algunos destacados panistas, que son leales a Eduardo Rivera y denunciaron un fraude, no solo fueron votados, sino que ganaron espacios en el Consejo Estatal del PAN.
Tales son los casos de Pilar Aguilar Nava, Ana María Jiménez Ortiz, Miguel Méndez Gutiérrez y Víctor Manuel Mayoral Muñoz.
Además de dos líderes de la corriente riverista, como son el exalcalde de la ciudad de Puebla Adán Domínguez Sánchez, junto con Enrique Guevara, a quien se le dio la categoría de consejero vitalicio y estuvo presente, todo el tiempo, en la asamblea en cuestión.
Al final, la facción de Rivera Pérez se quedó con el 10 o 12% de las posiciones en el Consejo Estatal, lo que significa una derrota mayúscula, si se toma en cuenta que en los seis años anteriores los riveristas dominaron y controlaron ese órgano de gobierno del PAN.
Era tanta la angustia del grupo riverista de no ser exhibido como una formación derrotada, que el miércoles de la semana pasada intentaron entablar una negociación con las corrientes de Mario Riestra Piña y Genoveva Huerta Villegas, quienes controlan la presidencia y la secretaría general del partido, respectivamente.
La propuesta de los enviados del lado de Eduardo Rivera es que se quedaran con la mitad del Consejo Estatal.
O en todo caso, con el 45 o 43% de las posiciones, para jugar con la idea de que se había dado una elección reñida y que habían quedado casi empatados de los bloques más relevantes del instituto político de la derecha.
Era obvio que las contrapartes a la facción de Rivera no aceptaron, ya que los inconformes no tienen “las canicas suficientes para jugar”, es decir, carecen de fuerza política, del respaldo de la militancia, que les dé la posibilidad de negociar un resultado “equilibrado” para los participantes.
Como el miércoles no se logró un acuerdo, el jueves se filtraron las listas de candidatos a consejeros, a las que se bautizaron como “los acordeones”, que eran los nombres de los aspirantes por los que debían votar los militantes, como sugerencia del Comité Directivo Estatal del PAN.
Los que conocen la vida interna del PAN tienen presente que, en las dos anteriores elecciones de consejeros, los riveristas utilizaron la misma estrategia de repartir entre los militantes las listas, o mejor dicho “los acordeones”, donde venían los nombres de los aspirantes que era conveniente apoyar.
Sin contar que el sistema de votación que el PAN usó este domingo es el mismo que se empleó en un par de procesos anteriores.
Por tanto, los panistas leales al exedil de la capital ahora salen a calificar de prácticas fraudulentas las mismas acciones que ellos utilizaron en el pasado.
Dicho de otra manera: los riveristas se convirtieron “en los patos tirándole a las escopetas”.
El grupo de Eduardo Rivera ya viene hilvanando una serie drástica de derrotas, que inicia con el desastroso resultado de la elección de gobernador, en junio de 2024, en donde Eduardo Rivera fue arrasado como candidato a la titularidad del Poder Ejecutivo estatal.
No hace mucho, el grupo de Rivera no logró poner un candidato a la dirigencia del PAN en la capital.
Y mucho antes, la facción riverista fue “aplastada” en la conformación del actual Comité Directivo Estatal del PAN.
Se entiende la actitud que los riveristas tomaron en torno a la reciente elección de consejeros estatales.
Les aterra quedar en la marginalidad del partido.
Pero al final les están cobrando “la factura” todas las corrientes panistas que fueron excluidas cuando la facción de Rivera tuvo el poder político y el control del partido.