En menos de un año, han pasado tres secretarios de Seguridad Pública en Tehuacán, como reflejo del inestable y errático gobierno del alcalde morenista Alejandro Barroso Chávez. El último titular del área, el oficial marino Francisco Javier Negrete Orozco, fue removido la noche del miércoles pasado luego de varios meses de llevar una relación conflictiva, de constantes choques, con el edil de la ciudad, quien le exigía resultados al exfuncionario, pero sin que el Ayuntamiento ofreciera condiciones para el correcto funcionamiento de la Policía Municipal y los militares asignados a esa demarcación.
“La gota que derramó el vaso” fue el grave suceso narrado en este espacio, ocurrido al mediodía del mismo miércoles en que se decidió el cambio del secretario de Seguridad Pública, en el cual el mando de la Marina, frente a los regidores del Ayuntamiento de Tehuacán y el alcalde Alejandro Barroso, agredió físicamente al periodista local Roberto Terán Soto, en represalia porque este último había dado a conocer un paro que realizaron agentes de la Policía Municipal en julio pasado, reclamando el incumplimiento de una revisión salarial.
En plena ceremonia para entregar nuevos uniformes a los agentes policiacos de la ciudad –el pasado día 15 de este mes–, Francisco Javier Negrete Orozco, haciendo gala de prepotencia e ira desbordada, sacó a empujones de las instalaciones de la Secretaría de Seguridad Pública al comunicador, quien además fue escoltado por un miembro de la Mariana que portaba un rifle de asalto y un integrante de la Policía Estatal.
Fue un claro e inobjetable abuso de autoridad, una agresión física y una transgresión contra la libertad de expresión.
Barroso aprovechó la coyuntura para quejarse ante los altos mandos de la Marina y la Secretaría de Seguridad Pública en el estado en contra del oficial Negrete Orozco, de quien pidió su inmediata remoción, al argumentar que habrá un proceso penal por el atentado a la integridad del periodista.
Fue una especie de revancha del alcalde contra Francisco Negrete, quien llegó en diciembre a Tehuacán para hacerse cargo de la seguridad pública.
Y es que ese suceso puso en evidencia una realidad de peso: el anterior secretario de Seguridad Pública no obedecía a Alejandro Barroso y por esa razón, cuando se dio el hecho violento contra el reportero Roberto Terán, el edil y los regidores enmudecieron, se quedaron paralizados, no supieron qué hacer para frenar ese suceso bochornoso que ocurrió frente a ellos.
El problema de fondo –dicen los enterados– es que Negrete Orozco cuando llegó a Tehuacán hizo un diagnóstico del funcionamiento de la Secretaría de Seguridad Pública, advirtiendo al Ayuntamiento que había poco agentes policiacos, estaban mal pagados, con uniformes viejos, sin las patrullas necesarias y poco armamento. Además, de carecer de la debida capacitación, entre otros muchos problemas.
No era un diagnóstico improvisado, ya que el exfuncionario se formó en el cuerpo de paracaidistas de la Marina, es un mando naval y tiene una maestría en Administración Militar. Sin contar que ya había participado en cuerpos de seguridad pública del ámbito civil.
Las semanas y los meses empezaron a correr luego del nombramiento de Negrete el 11 de diciembre de 2024 –cuentan los que saben del tema–, por lo que se volvieron frecuentes las llamadas telefónicas del alcalde al encargado de la seguridad para reclamarle la falta de vigilancia en espacios públicos, el aumento de robos y asaltos, así como las ejecuciones que han ocurrido este año en plena vía pública.
Al mismo tiempo, del otro lado, también se volvieron insistentes las mismas respuestas fuertes de Negrete Orozco: el gobierno municipal no cumplía en nada de todo lo observado para mejorar el funcionamiento de la Secretaría de Seguridad Pública, siendo esa la razón principal por lo que no se podía avanzar en ofrecer mejores resultados que aminoraran el difícil panorama delictivo de Tehuacán.
El punto de mayor choque –es lo que se dice– es que Barroso quería tratar al oficial militar como si fuera uno de los funcionarios que él colocó en su gabinete. Por eso le daba órdenes, mismas que pocas veces acataba el entonces secretario de Seguridad Pública. Esa situación hacía enfurecer al edil.
Y es que hay una situación de peso: los oficiales que llegaron al estado de Puebla a hacerse cargo de los cuerpos de Seguridad Pública primero rinden parte y reciben órdenes de los altos mandos de la Marina, y ya luego escuchan a los alcaldes, que por lo general poco conocen del buen funcionamiento de las corporaciones policiacas.
Finalmente, el jueves de la semana anterior, bajo el pretexto de que hubo una convencional rotación de mandos, se quitó del cargo a Francisco Javier Negrete y en su lugar se designó a Adán Méndez García, quien es capitán de corbeta, de la Secretaría de Marina, quien al asumir el cargo prometió mejorar la seguridad.
¿Podrá mejorar la seguridad con ese cambio? La respuesta está en lo que ocurrió el sábado por la noche: el alcalde Barroso, para llenar el espacio de su primer informe de gobierno, atrajo la atención de la gente presentando gratuitamente en el zócalo al grupo Los Ángeles Azules, mismo que tocó al concluir la sesión de Cabildo en donde el alcalde leyó su mensaje.
A cuatro calles en donde estaba el bailongo del zócalo, un hombre llamado Alfonso, fue ejecutado de seis tiros. Los sicaros huyeron del lugar.
Si no cambia el gobierno de Barroso, la seguridad pública seguirá por los suelos.