Desde hace algunas semanas, de manera vertiginosa, se ha iniciado la construcción de un hotel que, por lo menos, se estima podría tener una capacidad para 30 o 40 habitaciones de clase turista. Nada tendría de extraño que se esté edificando un nuevo centro de alojamiento en la ciudad de Puebla, sino fuera porque dicha obra carece de todos los permisos municipales, la declaratoria de uso de suelo y se está levantando en uno de los dos predios que le fueron invadidos a la ex fábrica textil La Covadonga, ubicada al norte de la capital.
Esa situación ocurre gracias a la inoperancia de las autoridades encargadas de la procuración de justicia y de desarrollo urbano, que “no mueven un dedo” contra dicho asentamiento ilegal y que está fuera de toda norma de planeación.
Lo que acontece en La Covadonga –que actualmente pertenece a la fundación privada Julita y Antonio– es una muestra clara de que en Puebla gozan de plena impunidad los grupos dedicados a la invasión de bienes inmuebles.
En el caso de despojo de los terrenos de la ex fábrica textil, se han levantado dos denuncias penales y una más de carácter administrativo ante el Ayuntamiento de Puebla, sin que ninguna autoridad local actué en lo más mínimo contra dicho latrocinio.
No es un asunto menor, pues en ese apropiamiento ilegal de un terreno de 2.3 hectáreas intervino un grupo armado que, entre otras cosas, privó de la libertad a dos policías a cargo de la Secretaría de Seguridad Pública del estado. Sin embargo, para la Fiscalía General del Estado (FGE) lo acontecido no es suficiente para intervenir.
Más sorprende la siguiente situación: cuando el propietario de una modesta casa-habitación emprende una ampliación o remodelación del inmueble sin tramitar una licencia de construcción, es fácilmente detectado por los inspectores del Ayuntamiento de Puebla que proceden a clausurar la obra y multar al infractor, tal como lo marcan los reglamentos.
En cambio, con la construcción ilegal de este hotel pareciera que fuera “una obra invisible”, ya que la autoridad municipal no la ha tocado “ni con el pétalo de una rosa”.
Los trabajos de ese hotel se hacen en un predio que está catalogado para uso agrícola. Quienes construyen no pueden acreditar que son los propietarios y, por si fuera poco, la zona carece de todos los servicios públicos. No hay red de drenaje y agua potable, así como la apertura de una calle. Por lo que resulta inexplicable que la Secretaría de Gestión y Desarrollo Urbano (SGDU) del gobierno municipal no tenga la disposición de hacer valer las normas.
Tales comportamientos despiertan la sospecha de que la falta de acción de la FGE y la SGDU podría tener como trasfondo no la negligencia, sino la complicidad de algunos servidores públicos de esas instancias oficiales con el grupo invasor de los predios.
Las dos invasiones
La ex fábrica textil de La Covadonga surgió a finales del siglo XIX y cerró sus puertas al fenecer el siguiente siglo. Como parte de la propiedad de esa vieja factoría, hay 22 hectáreas que estaban destinadas a la siembra de granos básicos y para unas canchas improvisadas de fútbol llanero.
El 9 de abril de 2023, un grupo de invasores se apropió de manera ilegal de 8.3 hectáreas y, de inmediato, se apresuró a lotificar el área en conflicto y se puso a ofrecer unos 250 terrenos a bajo precio. Para ello se echó mano de notarios públicos de Tlaxcala que aceptaron avalar contratos ilegales de compraventa.
Contra ese despojo, se presentó una denuncia penal y se agotaron todos los esfuerzos legales de parte de los abogados de la Fundación Julita y Antonio, para que los predios fueran restituidos al propietario legitimo. Las autoridades locales no hicieron nada. Siempre hubo el reporte de que “no había condiciones favorables” para intervenir.
Fue en junio pasado cuando hubo un operativo de autoridades federales, la Marina y la Guardia Nacional, que sirvió para restituir esas 8 hectáreas a la fundación en cuestión.
Mediante un amparo –obtenido en esas mismas fechas– que otorgó la jueza Cuarta de Distrito, Blanca Alicia Lugo Pérez, se logró la autorización para demoler el 80% de las casas que ya habían construido personas que fueron defraudadas con la venta ilegal de lotes.
El 9 de febrero de 2025, es decir 23 meses después del primer despojo, ocurrió una nueva invasión. En aquella ocasión fueron 2.3 hectáreas de La Covadonga.
En la madrugada de ese día, un grupo, usando armas de fuego, se apropió de los terrenos y sometieron a dos agentes de la Policía Auxiliar que vigilaban la propiedad. Los uniformados fueron golpeados, amarrados y los echaron a la cajuela de un vehículo. Horas más tarde los abandonaron en los límites entre Puebla y Tlaxcala.
Ambas invasiones han sido obra de la misma agrupación de paracaidistas, que estaría ligada a los intereses de una empresa dedicada a la venta de garrafones de agua purificada.
Por esos hechos se levantó la demanda FGEP/CDI/FIR/FIR-II/000949/2025 y desde hace siete meses la FGE –sin dar un argumento de peso– se ha negado a permitir que el recurso legal se turne a un juzgado. Es decir, para la Fiscalía “no pasó nada”.
El 24 de julio de 2025, se presentó otra denuncia, pero ahora ante la Secretaría de Gestión y Desarrollo Urbano de la ciudad de Puebla –que preside Karina Romero Sáinz–, en donde se expone que se está construyendo una serie de obras de manera ilegal en el segundo terreno invadido.
Pasaron 15 días y lo quejosos pidieron información. La respuesta es que todavía no se hacía la inspección al área de conflicto.
Por esa razón, el 18 de agosto de este año se presentó una queja contra Karina Romero, por su inoperancia en contra del surgimiento de asentamientos humanos irregulares.
Hace dos semanas, la Contraloría informó que se está pidiendo la documentación para analizar el caso.
Mientras en el Ayuntamiento nadie hace nada contra las obras irregulares en La Covadonga, en el área de la segunda invasión, desde hace unas semanas llegaron docenas de albañiles para laborar los siete días de la semana en una obra que excede las dimensiones de una casa-habitación.
De acuerdo con el testimonio de vecinos de la zona y de los alarifes, se está construyendo un hotel, para que lo antes posible ya dé alojamiento.