La elección panista del domingo en la capital deja una lectura clara: el gran derrotado de la contienda fue Eduardo Rivera Pérez, quien, aunque no postuló un candidato a la dirigencia albiazul del municipio de Puebla, el resultado reflejó que su grupo político está mermado y disperso; pero sobre todo, que el exalcalde de la ciudad ha perdido el liderazgo que, apenas hace año y medio, le permitía que nada se podía mover en el Partido Acción Nacional sin que él lo avalara o lo permitiera.
Con el resultado de este 7 de septiembre, Eduardo Rivera –quien actualmente es parte de la dirigencia nacional del albiazul– ha hilvanado tres derrotas consecutivas, con efectos catastróficos para su capital político.
En cada uno de estos episodios hay dos constantes: su intolerancia a compartir el poder con otras corrientes del PAN y su necedad de no escuchar voces que no son las de su reducido círculo de seguidores.
Su primera derrota fue hace un año y dos meses cuando fue vapuleado por la 4T, en la lucha por la gubernatura del estado de Puebla, en donde lo vencieron por una diferencia de 26 puntos y por más de 850 mil votos.
En aquella ocasión, de nada sirvió que dos veces el entonces presidente nacional del PAN, Marko Cortés Mendoza, le pidiera públicamente que “caminara el estado” en los meses previos al proceso electoral para ganar seguidores, recomendación que no escuchó y cuando quiso hacer proselitismo ya no había tiempo para sumar apoyos. Sin contar que él decidió la mayoría de las candidaturas a alcaldes y diputados, privilegiando a su facción dentro de Acción Nacional, lo que dejó una estela de malestar de muchos grupos internos del partido de la derecha que fueron ignorados.
La segunda debacle ocurrió en diciembre de 2024, cuando Eduardo Rivera se negó a construir una candidatura común con el grupo de Mario Riestra Piña para contender por la presidencia estatal del PAN.
Rivera con una alta dosis de egolatría su respuesta fue que no necesitaba hacer alianzas para ganar la dirigencia albiazul y mantener el control del partido. La consecuencia de esa actitud es que Riestra arrasó con el apoyo de 70 de 113 consejeros estatales del PAN y derrotó a Felipe Velázquez Gutiérrez, el aspirante de lo riveristas.
La fórmula para obtener ese resultado fue que Riestra hizo a un lado sus diferencias políticas y logró una alianza con uno de los liderazgos sólidos del PAN, que es Genoveva Huerta Villegas. Actualmente, el primero es el presidente del partido y la segunda, secretaria general. Ahora, ambos han formado una dupla que tiene el control y liderazgo de esta fuerza política.
Por si fuera poco, ahora en la tercera derrota que sufre Eduardo Rivera, la del domingo pasado, se vuelven a presentar los mismos factores.
El ya reducido grupo de fieles seguidores de Eduardo Rivera supuso que todos los iban a ir a buscar y que como corriente, sería “el fiel de la balanza” para decidir al ganador del proceso electoral del Comité Municipal del PAN en la capital.
Al final, como “el perro de las dos tortas”, la corriente de Rivera fue rebasada y se quedó sin nada. Nadie lo buscó y no pudieron postular un candidato que peleara la presidencia del partido en la capital, que es el segundo cargo más importante en esta fuerza política.
Se sabe que, de última hora, en el círculo de Rivera se decidió apoyar a la candidata Guadalupe Leal Rodríguez, pese a las fuertes diferencias personales que han existido entre la ex legisladora local y Eduardo Rivera. Es importante hacer el recordatorio de que la primera, en varias ocasiones –a lo largo de 2024–, llamó cacique al exalcalde de la capital.
La decisión de los riveristas de apoyar a Leal Rodríguez fue para intentar dañar el capital político a su eterna rival: Genoveva Huerta Villegas, toda vez que el otro candidato a la dirigencia albiazul, Manuel Herrera Rojas, es muy cercano a la secretaria general del PAN.
El grupo de Rivera nunca hizo público su apoyo a Guadalupe Leal. Sus miembros acordaron que cada uno de ellos, por separado, llegaría a la asamblea del PAN del pasado fin de semana. Previo a ello, discretamente, llamaría a otros militantes a sufragar por la rival de Manuel Herrera.
¿Qué pasó en la asamblea? Dos comportamientos que, aunque pasaron desapercibidos, fueron una muestra inequívoca de que Eduardo Rivera pasa su peor momento en el PAN.
A la asamblea acudió el 40% de los 4 mil 604 militantes panistas del municipio de Puebla. Muchos de los ausentes fueron miembros del PAN que hace unos meses seguían a Eduardo Rivera en todo y ahora perdieron el interés por participar.
La presencia de Eduardo Rivera en la asamblea, así como del exalcalde Adán Domínguez y otros riveristas, fue ignorada por muchos militantes presentes. Simplemente evitaron acercarse a ellos y no aceptaron la orientación que se les dio de respaldar a Guadalupe Leal.
El resultado es ilustrativo: Manuel Herrera derrotó por casi 40 puntos a Guadalupe Leal.
La alianza de Riestra y Huerta ganó 14 consejeros estatales del PAN en la capital, mientras que la facción de Rivera se quedó con 7 posiciones.
Y en la disputa de 4 asientos en el Consejo Nacional del PAN, la dupla de Genoveva Huerta y Mario Riestra logró dos lugares en el órgano de gobierno del partido y el grupo de Rivera solo uno.
Si Eduardo Rivera no logra mejorar su presencia en el PAN en el mediano plazo, acabará marginado en el proceso electoral de 2027, que ya está muy cerca, en que se pelearán las alcaldías y diputaciones locales y federales del estado.
O tal vez ya sea momento de que siga los pasos del senador Néstor Camarillo Mediana, que al ver agotada sus posibilidades de crecimiento en el PRI poblano, fue a tocar las puertas de Movimiento Ciudadano.