A partir de este lunes comienza la cuenta regresiva.
Es un plazo de aproximadamente tres meses (y contando…), justo el tiempo en el que Alejandro Armenta Mier realizará una minuciosa evaluación de su gabinete legal y ampliado.
En otras palabras: es realmente el último periodo de oportunidad antes de que en el marco de su primer informe de labores, en diciembre próximo, el gobernador de Puebla realice una reestructura general de su equipo de trabajo.
Secretarias y secretarios, así como el resto de sus colaboradores (de subsecretarios y subsecretarias para abajo), están en la mira.
Y a varias y varios se les acaba la beca…
A estas alturas, el gobernador ya sabe quiénes sí y quiénes no han estado a la altura de lo que esperaba de ellas y ellos.
También sabe quiénes han demostrado que definitivamente carecen de los conocimientos, la experiencia, las relaciones, el sentido común, el compromiso y la capacidad de trabajo en sus respectivas dependencias.
Igualmente, quién o quiénes –soberbios de poder, mal asesorados, pésimamente acompañados– han abusado del cargo y/o simulado, sin ofrecer más que pretextos y promesas que nunca se aterrizarán en hechos de impacto o beneficio para el estado.
Para nadie es un secreto que la integración del gabinete se dio en función de cómo y cuánto cada quien apoyó el proyecto político personal del hoy gobernador, antes, durante y después de ganar la candidatura de Morena.
Fue el criterio de mayor peso.
La más importante razón que llevó a tal o cual designación.
Por eso, al anunciarlos, muchos nombramientos causaron extrañeza y no se entendieron más que con el paso del tiempo.
Pero todo lo que inicia tiene un fin y se acerca inexorablemente el plazo en el que fenece aquello que los motivó.
Quien lo ha observado a lo largo de los años, sabe que Alejandro Armenta es un hombre agradecido y “buen pagador” en el sentido estrictamente político: literalmente no olvida, nunca, al o a la que se la jugó con él.
Y menos a aquel o aquella que lo apoyó desde el principio, cuando el camino al poder se veía muy cuesta arriba.
Puede tener muchos defectos, pero esa está entre sus más notables virtudes.
Como diría él:
“A mí, en mi casa, desde chico, me enseñaron a ser agradecido”.
Y. en efecto, su gabinete lo formó con base en tres principios: lealtad y afectos, cuota de grupo político y compromisos o pagos de campaña.
A la fecha, el mandatario ha realizado solo algunos mínimos enroques en el primer piso de su equipo de colaboradores.
Como el de Yadira Lira Navarro, quien dejó la Secretaría de Desarrollo Turístico –a la que llegó Carla López-Malo Villalón, que era subsecretaria– y pasó a ocupar la titularidad de la Secretaría de las Mujeres (antes de Igualdad Sustantiva).
Actualmente, se rumoran cambios que podrían involucrar a las secretarías de Gobernación, de Movilidad y Transporte, y de Planeación, Finanzas y Administración, pero a la fecha solo son especulaciones a la espera un golpe de realidad.
Lo que no es una ficción es el caso, digno de un mejor análisis, de Raymundo Atanacio Luna, quien en menos de un año ha ocupado ya tres distintos cargos: de la Dirección General del DIF estatal pasó a una Coordinación del Plan Hídrico y de ahí a la Rectoría de la Universidad Politécnica Metropolitana de Puebla.
¡Todo un multiusos!
De regreso al tema central:
No solo el gobernador sabe quiénes no han estado a la altura y quiénes han incumplido lo que él denomina “los indicadores clave de desempeño”.
La sociedad, que es menos tonta de lo que suponen muchos políticos aldeanos, se ha percatado en cuáles áreas de la administración pública estatal hay poco o nada bueno que reportar a casi 12 meses de distancia.
Y es a esos funcionarios y a esas funcionarias a quienes precisamente se les agota el tiempo…
Tienen de aquí a diciembre su último chance.
En agosto pasado, el gobernador causó gran polémica al advertir que sancionaría a los integrantes de su gabinete que no respondan sus llamadas telefónicas durante la madrugada.
Para sorpresa de muchos, reveló que suele comunicarse con su equipo a las 3:00 de la mañana y lamentó que algunos –dijo, sin citarlos por nombres y apellidos– de plano no le contestan.
“Se me hace increíble que no se despierten a las 3:00 am”, señaló.
Y adelantó que las sanciones –que no especificó– comenzarán a aplicarse, precisamente, después de la presentación de su primer informe de gobierno.
Más allá de la forma, es el fondo de sus palabras lo que debió haber importado.
Porque fue una generosa advertencia.
Un primer llamado de alerta.
En realidad, Alejandro Armenta quiso decir que sabe perfectamente quiénes no están funcionando, que no lo engañan aunque se hagan los dormidos, que los compromisos irremediablemente se acaban y que en diciembre se activará la guillotina.
Porque, como en La Casa de los Famosos: ya están “nominados”.
Sí, tres meses y contando…