La única vez que el morenista Ignacio Mier Velazco casi tuvo en sus manos el control de la gubernatura de Puebla fue en diciembre de 2022 y estuvo a punto de lograrlo con la estrecha ayuda de Alejandro Moreno Cárdenas Alito, el controvertido y violento dirigente nacional del PRI, quien urdió una estrategia con el entonces secretario de Gobernación federal, Adán Augusto López Hernández, para aprovechar el vacío que había dejado la muerte del entonces titular del Poder Ejecutivo, Luis Miguel Barbosa Huerta.
Cuando tenían todo listo, los traicionó el entonces diputado local del PRI, Jorge Estefan Chidiac, lo cual provocó que el plan se desmoronara unas pocas horas antes de que lo echaran a andar. Al ex legislador local le costó su salida del Partido Revolucionario Institucional, en el que había militado toda la vida.
Desde entonces se sabe que hay una buena relación, una constante comunicación, entre los senadores Mier y Alito, pese a que aparentemente representan polos opuestos y han intercambiado insultos en redes sociales, como una estrategia de aparentar que no hay entendimiento entre ambos.
Por eso a nadie debe extrañar el incongruente comportamiento que a finales de la semana pasada mostró Ignacio Mier Velazco en el Senado de la República, donde algunos miembros de la bancada de Morena se preguntan si el legislador es un activo de la 4T o “es el enemigo dentro de casa”.
A muchos desconcertó que el señor Morenacho –que es el mote político que él mismo se puso– 24 horas después de que Alito golpeara al senador morenista Gerardo Fernández Noroña en el pleno de la Cámara alta, se apresurara a hacer declaraciones de prensa favorables al dirigente del PRI.
Mientras algunos actores políticos de la 4T analizaban si había posibilidades de solicitar el desafuero de Alito, el senador Mier, de manera tajante, salió a decir que era improcedente el juicio político contra el priista debido a que Noroña no tenía lesiones graves por los golpes que le propinaron Moreno Cárdenas y otros integrantes del grupo parlamentario del PRI.
El fallido albazo
¿Cómo nació esa relación entre Mier y Alito? Al parecer fue así:
Al día siguiente de la muerte del morenista Luis Miguel Barbosa Huerta –ocurrida el 13 de diciembre de 2022– y cuando había terminado el homenaje que le brindaron de cuerpo presente, los entonces dirigentes del PRI poblano, Néstor Camarillo Medina y Jorge Estefan Chidiac, se comunicaron con Alito para definir la posición que tomaría la fracción priista en el Congreso local frente al proceso de nombrar a un gobernador sustituto.
Moreno Cárdenas les indicó que urgía que ambos se trasladaran al Comité Ejecutivo Nacional del PRI.
No sin antes pedirles que entablaran comunicación con los diputados del PAN para buscar que hubiera un bloque opositor unido y con un mismo proyecto de sucesión.
Camarillo y Estefan eran diputados locales. El primero ocupaba la presidencia del Comité Directivo Estatal del PRI y el segundo tenía una buena relación con el líder nacional del tricolor, además de contar con una larga carrera política, que le permitió, en su momento, ser un legislador federal muy cercano a los expresidentes Ernesto Zedillo Ponce de León, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto.
Hasta ese día, si algo caracterizaba a la relación entre Estefan y Camarillo, es que no solamente eran los que “llevaban las riendas” del PRI poblano, sino que había una buena relación de entendimiento y colaboración.
Al llegar a la Ciudad de México, recibieron una llamada en la cual Alito les urgió a cambiar de rumbo y encontrarse en las oficinas de Adán Augusto López Hernández, el entonces secretario de Gobernación federal.
Para su sorpresa, en la sede de Gobernación ya los esperaba el líder del priismo nacional. Se le veía inquieto y les pidió disciplinarse a la decisión que la dirigencia priista tomara sobre el caso de Puebla.
Al ingresar, Alito se encaminó directamente a la oficina de Adán Augusto López Hernández, con quien ya había conversado previamente.
Estefan y Camarillo se quedaron en la antesala.
Con sorpresa, unos minutos más tarde, se les apareció un sonriente Ignacio Mier Velazco, que en esa época era el coordinador de la bancada de Morena en la Cámara de Diputados federal.
Ya en ese momento se sabía que tenía una relación de complicidades con el exgobernador de Tabasco y encargado de la Secretaría de Gobernación.
Mier los saludó con amabilidad. Sin hacer más comentarios entró al privado del titular de la dependencia federal, según cuenta un testigo de los hechos.
Y con la misma actitud, de mostrar una sonrisa jubilosa, de alguien que acaba de obtener algo muy preciado, minutos después Mier salió del despacho del ex mandatario tabasqueño. Se despidió con excesiva amabilidad de los priistas de Puebla, que no entendían qué ocurría.
Atrás de Mier apareció Alito e improvisó una reunión exprés con Camarillo y Chidiac.
Les dijo que la única alternativa que había y le convenía “al priismo de México” era que se apoyara la propuesta de que el nuevo gobernador de Puebla –que únicamente fungiría un par de años– fuera alguien del grupo político de Adán Augusto López Hernández.
“Al PRI le va a ir bien”, les insistió Moreno Cárdenas hasta el cansancio, mientras caminaban los tres hacia la oficina de Adán Augusto López Hernández.
En un breve encuentro, en el que solamente hablaba Alito, el dirigente priista le dijo al titular de Gobernación que Estefan y Camarillo estaban de acuerdo en impulsar como gobernador provisional de Puebla a Fernando Manzanilla Prieto, un exmorenovallista que había sido secretario de Gobernación con Luis Miguel Barbosa Huerta y acabaron de pleito.
A los dos priistas poblanos les quedó claro que el acuerdo no era para beneficiar al titular de Gobernación, sino para entregarle el control del Poder Ejecutivo a Ignacio Mier, pues Manzanilla era su principal operador en el proyecto de convertirse en candidato de Morena al Gobierno de Puebla en el proceso electoral de 2024.
Horas más tarde, los dos priistas regresaron a Puebla.
Néstor Camarillo se disciplinó con el acuerdo de Alito, Mier y López Hernández.
Jorge Estefan, al llegar a la capital poblana, operó para que ese mismo día el Congreso eligiera a un nuevo gobernador que no fuera nadie relacionado con Mier Velazco. Y así ocurrió.
Dice un testigo que Alito explotó de ira contra Jorge Estefan.
Y que lo mismo pasó con Mier y López Hernández.
Un año más tarde, Ignacio Mier fracasó en su proyecto de ser candidato a gobernador.
Jorge Estefan, a los pocos meses, se fue del PRI.
Néstor Camarillo, la semana pasada, renunció a su militancia priista.
Lo único que subsistió fueron las complicidades entre Alito y Morenacho.