Ayer fue el día de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien rindió su primer informe de labores arropada por la plana mayor del oficialismo.
También ayer arrancó el primer periodo de sesiones del segundo año de labores de la actual legislatura, en medio de una crisis interna entre la bancada mayoritaria, la de Morena, y también una externa por no designar a la nueva mesa directiva que estaría presidida por el PAN, una auténtica argucia al estilo PRI del zacatecano Ricardo Monreal.
De la misma forma, la “Corte del Acordeón” inició sus funciones, con una ceremonia de “purificación” que más bien fue un patético espectáculo por parte de los funcionarios que supuestamente son los encargados de impartir justicia en México.
Pero lo más destacado en medio de esta vorágine informativa es que ya comenzaron a circular entre la bancada de Morena los criterios de política económica y los indicadores para la elaboración del presupuesto del 2026, que deberán aprobar a más tardar el 15 de noviembre.
Dos palabras marcan la situación sobre la cual la Secretaría de Hacienda elaborará el presupuesto para el próximo año, incertidumbre mundial y presión fiscal, mitigado todo esto por la promesa de que se avecina un impulso a la inversión pública, principalmente en obras.
De acuerdo con las proyecciones que se tiene, la economía mexicana tiene un déficit fiscal de 5.7% del PIB y un escenario “global con tensiones comerciales”, por lo cual la Secretaría de Hacienda plantea un presupuesto de 9.2 billones de pesos.
El documento enviado a la bancada morenista y al cual Primera Plana Puebla tuvo acceso, destaca que el presupuesto para el 2026 tiene dos pilares fundamentales, los programas sociales y la inversión en infraestructura; en esta última vertiente se busca detonar crecimiento regional con proyectos de transporte, movilidad y obras públicas.
La nueva estructura programática aprobada por la Cámara de Diputados reduce de 800 a 660 los programas federales, un golpe significativo para algunos rubros.
Para los programas sociales se asigna más de un billón de pesos, mientras que la salud se prioriza para atender a zonas rurales, aunque persiste la preocupación sobre la suficiencia del gasto para hacer frente a necesidades crecientes.
En el rubro de seguridad pública, los recursos concentrados van a ser centro de debate dentro de la discusión, advierte el propio documento, “parecen ser no suficientes para responder al reto de la violencia en el país”.
Los riesgos que se prevén por la aprobación de este presupuesto para el próximo año son: que la economía crezca por debajo de lo previsto, reduciendo la recaudación, que los recortes en salud y seguridad sigan generando un desgaste político y que la transición a la nueva estructura programática complique la ejecución y fiscalización del gasto.
Dentro de los indicadores que se manejan por parte de la SCHP está el de que el PIB pueda crecer entre un 1.5 y quizá hasta un 2.5%, con un crecimiento anual de los precios al consumidor del 3% de diciembre de 2025 a diciembre de 2026.
De la misma forma, Hacienda plantea que el tipo de cambio se mantenga estable entre 19.7 pesos por dólar, mientras que el precio de la mezcla mexicana para el próximo año se ha fijado en estimaciones de 55.3 dólares por barril.
Por lo que se refiere a la situación económica de nuestro vecino país del norte, las estimaciones proyectadas son que Estados Unidos crezca 2% en su PIB y que su producción industrial lo haga en 1.8%, mientras que la inflación se estima sea del 2 por ciento.
El panorama, como ya es costumbre para nuestro país, es complicado, sobre todo porque el crecimiento de la economía nacional sigue sujeto en gran parte al desarrollo de la economía de nuestro vecino país del norte, el cual tampoco atraviesa por su mejor momento, y por el creciente déficit fiscal de México, el cual se compensa a través de deuda.