Pareciera que la diputada local Delfina Pozos Vergara “ha mordido el anzuelo” que le lanzaron para evitar que se convierta en la próxima presidenta del Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI de Puebla, al haber aceptado dejar ese cargo que tenía de manera provisional y ceder la posición a un delegado especial del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) priista, supuestamente para garantizar la imparcialidad del proceso de renovación de la dirigencia tricolor.
Todo apunta a que el movimiento del fin de semana, en el que se nombró a Juan José Castro Justo como presidente provisional del CDE y delegado especial en Puebla del CEN, fue una treta de Alejandro Moreno Cárdenas, Alito, el presidente nacional del PRI, para frenar la posibilidad de que Pozos Vergara o cualquier otro priista que no sea de su agrado pueda acceder al liderazgo del tricolor en el estado.
Ya con anterioridad se había narrado que, desde hace varios meses, es “un secreto a gritos” que hay un veto de Alito en contra de Delfina Pozos, sin que se sepa a qué obedece ese rechazo contra la única diputada local que tiene el PRI en la entidad poblana.
Hasta ahora, todo apunta a que la principal opción de Alito para que se haga cargo del CDE es la diputada federal Xitlalic Ceja García, quien es parte del grupo de legisladores que sigue siendo leal al presidente del CEN del PRI.
El principal atributo que el CEN ve en esta mujer –de 43 años– es que actualmente tiene fuero constitucional, por ser parte del Congreso de la Unión, lo que se considera como una ventaja competitiva ante el escenario de una creciente confrontación entre la 4T y el Partido Revolucionario Institucional (PRI).
La segunda opción es Lorenzo Rivera Nava –de 36 años–, quien fue presidente municipal de Chignahuapan en el trienio 2021-2024 y forma parte de una familia de caciques de la Sierra Norte del estado.
Cualquiera de ellos dos, Ceja o Rivera, podría ser el próximo presidente de un alicaído PRI, si es que antes del 15 de septiembre, fecha en que arranca el proceso interno del tricolor, Delfina Pozos no logra quitarse de encima “la condena” que Alito ha repetido a los cuatro vientos de que no ve a ceder la presidencia del partido a esta priista oriunda del municipio de Libres.
La trampa para frenar a Pozos
Luego de que el pasado 27 de agosto, de manera más que sorpresiva, Néstor Camarillo Medina renunciara a su militancia priista y al cargo de dirigente estatal del PRI, para después sumarse a la bancada de senadores de Movimiento Ciudadano, por prelación Delfina Pozos subió de la secretaria general del partido a la presidencia provisional de esta fuerza política.
Al cabo de cuatro días, Pozos fue sustituida del cargo de presidenta provisional, bajo el argumento de que la diputada no podía ser “juez y parte”, toda vez que será candidata en el proceso interno del tricolor, que arranca el próximo 15 de septiembre y servirá para elegir una nueva dirigencia estatal.
Quienes conocen los entretelones del PRI consideran que la legisladora actuó con una alta dosis de ingenuidad, al aceptar el argumento de que por un tema de imparcialidad electoral se tenía que apartar de la presidencia provisional del tricolor.
Un destacado priista consultado se hace una pregunta básica y se responde: “¿desde cuándo existe la imparcialidad electoral en el PRI? Fuera de la elección de Melquiades Morales Flores que fue votado por la militancia, en 1998, en el PRI nunca ha habido una competencia real”.
La mejor opción que tenía Pozos Vergara era aferrarse al cargo de dirigente provisional del PRI y pelear por quedarse en esa posición, hasta que pasara la próxima elección constitucional de 2027.
Debía haber luchado por ser ratificada en dicho puesto, tal como ha ocurrido con varios dirigentes priistas que entraron a terminar periodos inconclusos en la presidencia del partido y los acababan ratificando, para quedarse por varios años al frente del CDE.
La clave de lo que va a pasar radica en lo ocurrido el 7 de julio de 2024, en el World Trade Center de la Ciudad de México. Ahí 3 mil 200 delegados aprobaron una cuestionada reforma a los estatutos del PRI, que otorgó una mayor concentración de poder en el presidente del CEN priista, es decir Alito, a quien se le posibilitó reelegirse por varias ocasiones.
Entre los cambios que se aprobaron, que pasaron muy desapercibidos, es que ahora el CEN priista ya puede elegir a los miembros del CDE del PRI poblano por una simple designación, sin la necesidad de convocar a una sesión del Consejo Político de esta fuerza partidista.
Dicho de otra forma, el proceso interno del PRI se puede reducir a un simple comunicado del CEN y no habrá la votación de delegados o de los militantes del partido.
La modificación estatutaria, en su momento fue rechazada por el Instituto Nacional Electoral (INE), pero después fue aprobada en una dividida sesión de la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) –el 3 de octubre de 2024– por los entonces magistrados Felipe Fuentes Barrera, Felipe de la Mata Pizaña y Mónica Soto Fregoso.
Por tanto, el pendenciero Alito, convertido en un auténtico autócrata, es quien con “su dedo índice” decidirá quién va a dirigir los destinos del PRI poblano.
O mejor dicho: quién se va a hacer cargo de lo poco que queda del otrora partido oficial.